Suerte

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Suerte
Podemos definir la suerte en el juego como un proceso absolutamente fortuito, gracias al cual las cartas, números o dados se muestran de la manera deseada por el jugador. El mismo resultado puede significar mala suerte para los demás jugadores. Si usted desea que salga cara y no cruz, y así ocurre, no existe ninguna razón especial por la que se haya cumplido su deseo; como ya sabemos, la probabilidad real de éxito es idéntica en cada jugada. Si, por ejemplo, usted intentase completar una secuencia de cuatro cartas en draw poker, su probabilidad de éxito sería 1 contra 5. No resultaría extraño que en una noche perdiese cinco o más veces seguidas: algún contrincante gozaría de buena suerte.

Pero en general, cualquiera que sea el juego que usted practique, su suerte tenderá a compensarse. Quien siempre se lamenta de su suerte desfavorable es un mal jugador. Conociendo las probabilidades le será posible aprovechar al máximo los momentos de buena suerte y reducir al mínimo sus pérdidas cuando las cosas no vayan bien. Aun en juegos de azar, la suerte parecerá ponerse de su lado cuando esté relajado, y desde luego, tenderá a afrontar con mejor juicio su juego. En los casinos, lo más aconsejable es que juegue cuando se sienta con verdaderas ganas de hacerlo y (por muy irracional que parezca) esté convencido de que las cosas pueden irle bien; en momentos en que por cualquier razón se sienta incómodo, será conveniente que rehúya el juego.

Aunque le es imposible controlar y todavía menos predecir su suerte, el jugador puede decidir qué grado de riesgo desea manejar. Antes de decidirse por una determinada apuesta hay que ponderar su probabilidad de éxito o fracaso, comprobar si implica un riesgo alto o bajo. Las posibilidades de éxito y los porcentajes nos darán la respuesta.

La variabilidad con que un determinado resultado dará ganador no se puede modificar, pero sí la de la apuesta. Usted podría apostar 100 unidades a idéntica probabilidad de éxito o fracaso, sometiendo su suerte a la disyuntiva de ganar o perderlo todo de una vez; o, por el contrario, apostar una unidad en cien jugadas, con lo que también repartiría su suerte en probabilidades iguales. Para ambas estrategias la expectativa es la misma, pero la primera conlleva un alto riesgo. El que usted quiera jugar arriesgadamente o no dependerá de su propio temperamento.

De todos es sabido que dar buenos consejos a personas que desean probar suerte en el juego es una pérdida de tiempo. Tal vez por ello, simplemente aconsejo: respete las probabilidades.

La suerte es el premio del hábil.


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