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RICARDO
Lo tuyo es tuyo, yo soy tuyo, todo es tuyo.
BOLINGBROKE
Sed mío, augusto señor,
en tanto mi lealtad merezca vuestro afecto.
RICARDO
Bien lo mereces. Bien merecen poseer
los que ganan por el medio más seguro y firme.
Tío, dame la mano. Cesen ya tus lágrimas;
llorar muestra afecto, mas no enmienda nada.
Primo, soy muy joven para ser tu padre,
mas tú tienes edad para ser mi heredero.
Lo que quieras te daré, y muy a buenas,
pues ahora debo hacer lo que me fuerzan.
Buen primo, ¿no vamos a Londres los dos?
BOLINGBROKE
Sí, Majestad.
RICARDO
Entonces no diré «no».
Toque de clarines. Salen.
III.iv Entran la REINA y dos DAMAS.
REINA
¿A qué jugaremos aquí, en el jardín,
para alejar la inquietud y la zozobra?
DAMA
Al juego de bolos, Majestad.
REINA
Pensaré que el mundo está lleno de asperezas
y que mi suerte va contra su curso.
DAMA
Señora, ¿y un baile?
REINA
Mis piernas no llevan con gusto el compás
si en su pena pierde el compás mi corazón.
No haya bailes, muchacha. Otro pasatiempo.
DAMA
Señora, contaremos cuentos.
REINA
¿Alegres o tristes?
DAMA
De los dos, señora.
REINA
Entonces, de ninguno.
Pues si fuera alegre, no estándolo yo,
me haría pensar aún más en la tristeza
y, si fuera triste, estándolo tanto,
traería más pesar a mi falta de alegría.
De lo que tengo, ya no necesito más;
de lo que no tengo, es vano lamentarse.
DAMA
Entonces, cantaré.
REINA
Dichosa tú que tienes ánimo,
pero más me agradaría que llorases.
DAMA
Si os hace bien, señora, lloraré.
REINA
Si llorar me hiciese bien, yo cantaría,
y sin pedirte ni una lágrima.
Entra un JARDINERO con dos AYUDANTES.
Espera, que aquí vienen los jardineros.
Pasemos a la sombra de estos árboles.
Mi tristeza contra unos alfileres
a que hablan del reino, como todo el mundo