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AMA
Muy bien.
MERCUCIO
¡Ah! ¿Está bien ser el peor? ¡Qué agudeza! Muy lista, muy lista.
AMA
Si sois vos, señor, deseo hablaros conferencialmente.
BENVOLIO
Le intimará a cenar.
MERCUCIO
¡Alcahueta, alcahueta! ¡Eh-oh!
ROMEO
¿Has visto una liebre?
MERCUCIO
Una liebre, no: tal vez un conejo viejo y pellejo para un pastel de Cuaresma.
Anda alrededor de ellos cantando.
Conejo viejo y pellejo,
conejo pellejo y viejo
es buena carne en Cuaresma.
Pero conejo pasado
ya no puede ser gozado
si se acartona y reseca.
Romeo, ¿vienes a casa de tu padre? Comemos allí.
ROMEO
Ahora os sigo.
MERCUCIO
Adiós, vieja señora. Adiós, señora, señora, señora.
Salen MERCUCIO y BENVOLIO.
AMA
Decidme, señor. ¿Quién es ese grosero tan lleno de golferías?
ROMEO
Un caballero, ama, al que le encanta escucharse y que habla más en un minuto de lo que
oye en un mes.
AMA
Como diga algo contra mí, le doy en la cresta, por muy robusto que sea, él o veinte como
él. Y, si yo no puedo, ya encontraré quien lo haga. ¡Miserable! Yo no soy una de sus ninfas,
una de sus golfas.
Se vuelve a su criado PEDRO.
¡Y tú delante, permitiendo que un granuja me trate a su gusto!
PEDRO
Yo no vi que nadie os tratara a su gusto. Si no, habría sacado el arma al instante. De
verdad: soy tan rápido en sacar como el primero si veo una buena razón para luchar y
tengo la ley de mi parte.
AMA
Dios santo, estoy tan disgustada que me tiembla todo el cuerpo. ¡Miserable! - Deseo
hablaros, señor. Como os decía, mi señorita me manda buscaros. El mensaje me lo
guardo. Primero, permitid que os diga que si, como suele decirse, pensáis tenderle un lazo,
sería juego sucio. Pues ella es muy joven y, si la engañáis, sería una mala pasada con
cualquier mujer, una acción muy turbia.