Página 35 de 79
MERCUCIO
Tú eres uno de esos que, cuando entran en la taberna, golpean la mesa con la espada
diciendo «Quiera Dios que no te necesite» y, bajo el efecto del segundo vaso, desenvainan
contra el tabernero, cuando no hay necesidad.
BENVOLIO
¿Yo soy así?
MERCUCIO
Vamos, vamos. Cuando te da el ramalazo, eres tan vehemente como el que más en Italia:
te incitan a ofenderte y te ofendes porque te incitan.
BENVOLIO
¿Ah, sí?
MERCUCIO
Si hubiera dos así, muy pronto no habría ninguno, pues se matarían. ¿Tú? ¡Pero si tú te
peleas con uno porque su barba tiene un pelo más o menos que la tuya! Te peleas con
quien parte avellanas porque tienes ojos de avellana. ¿Qué otro ojo sino el tuyo vería en
ello motivo? En tu cabeza hay más broncas que sustancia en un huevo, sólo que, con tanta
bronca, a tu cabeza le han zurrado más que a un huevo huero. Te peleaste con uno que
tosió en la calle porque despertó a tu perro, que estaba durmiendo al sol. ¿No la armaste
con un sastre porque estrenó jubón antes de Pascua? ¿Y con otro porque les puso
cordoneras viejas a los zapatos nuevos? ¿Y ahora tú me sermoneas sobre las broncas?
. .
BENVOLIO
Si yo fuese tan peleón como tú, podría vender mi renta vitalicia por simplemente una hora
y cuarto.
MERCUCIO
¿Simplemente? ¡Ah, simple!
Entran TEBALDO y otros.
BENVOLIO
Por mi cabeza, ahí vienen los Capuletos.
MERCUCIO
Por mis pies, que me da igual.
TEBALDO
Quedad a mi lado, que voy a hablarles.-
Buenas tardes, señores. Sólo dos palabras.
MERCUCIO
¿Una para cada uno? Ponedle pareja: que sea palabra y golpe.
TEBALDO
Señor, si me dais motivo, no voy a quedarme quieto.
MERCUCIO
¿No podríais tomar motivo sin que se os dé?
TEBALDO
Mercucio, sois del grupo de Romeo.
MERCUCIO
¿Grupo? ¿Es que nos tomáis por músicos? Pues si somos músicos, vais a oír
discordancias. Aquí está el arco de violín que os va a hacer bailar.