Sonetos (William Shakespeare) Libros Clásicos

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William Shakespeare
Sonetos


PRÓLOGO
Con frecuencia se ha buscado la clave de los Sonetos en la incierta biografía de William Shakespeare. Así han surgido mitos y controversias que añaden poco o nada a la hondura de los poemas. Ante las fórmulas empobrecedoras, los Sonetos parecen comportarse como la miope liebre de Venus y Adonis: "las muchas madrigueras que atraviesa son como un laberinto para desorientar a sus enemigos".
Es indudable que los Sonetos encierran una historia compleja y apasionada, pero para comprenderlos no es preciso indagar los por­menores de la relación "ilícita" entre el poeta y su amigo, ni los entretelones de un presunto ménage a trois con una dama oscura, o negra, o morena. En cierto sentido, todo poema es la síntesis verbal de una experiencia, pero la experiencia no explica el arte. Si existe alguna "historia" en los Sonetos, debemos buscarla en ellos mismos. S. T. Coleridge opinaba que estos ciento cincuenta poemas eran estrofas de un poema único. Por cierto, el conjunto puede leerse como una composición dramática sobre las relaciones del poeta con el Amigo, la Dama Morena y el Poeta Rival; sobre todos ellos pesa la sombra del Tiempo, "uno de los villanos más vigorosos -como ha señalado M. M. Mahood­entre los dramatis personae de Shakespeare".
Las sutilezas verbales de los Sonetos reflejan las sutilezas de la pasión, y se los cita a menudo como una de las cumbres de la poesía amatoria. Sin embargo, es difícil encontrar en ellos algo semejante a una "filosofía del amor". Encontramos, en cambio, los vaivenes de emociones contradictorias expresados en una imaginería que abreva no sólo en el neoplatonismo, la retórica y la poesía clásica, sino en fuentes más prosaicas, como los pleitos legales y la usura. Es obvio que fueron escritos en situaciones anímicas diferentes y en actitudes diferentes. La ironía coloquial y la cruda celebración del amor carnal alternan con pasajes donde el poeta -como ha observado L. C. Knights- parece hablar con su propia conciencia. La ambigüedad, subrayada a menudo por el retruécano, contribuye a toda clase de interpretaciones. La clave de los Sonetos no está en las biografías imaginarias del autor, sino en la in­teligencia y la sensibilidad de los lectores.
Shakespeare escribió, en El peregrino apasionado:
If music and sweet poetry agree.
As they must needs, the sister and the brother
Then must the love be great ´twixt thee and me,

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