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Entre el Perú y Chile: la cuestión de Tacna y Arica
Páginas de divulgación histórica
Enrique Castro y Oyanguren
Dedicatoria
El autor de estas líneas dedica su trabajo a la opinión pública de
América y Europa, a los intelectuales, a los periodistas, a los obreros, a
todos los hombres de recta conciencia y de nobles sentimientos. Por muy
modesta que sea su personalidad, no lo es la causa que tiene la fortuna de
defender. Alentado por la magnitud y trascendencia de su empresa, se
dirige, seguro de despertar una cordial compenetración de ideas y de
afectos, a cuantos -hombres de razas diferentes, pero de un común y
generoso entusiasmo por la justicia- sientan como propias las violaciones
de la moral y del derecho.
Cuando una ráfaga de idealismo pasa por el mundo, tronchando la obra
de la iniquidad, no es posible que en el corazón de este continente siga
imperando la injusticia. Hay dos pueblos oprimidos que reclaman su
libertad; hay dos pueblos mutilados que piden la reintegración de su
derecho. Tarapacá y Antofagasta, Tacila y Arica, hace más de treinta años
que siguen atadas [4] al carro del vencedor. El mundo lo ha consentido y
tolerado, porque sobre su conciencia pesaba como un sortilegio de
preocupaciones y errores, de equilibrios e intereses encontrados. De
pronto ha resonado, entre los fulgores de gloria de las batallas, el verbo
de la nueva humanidad, personificado en el gran estadista americano. Y esa
lumbre ha esclarecido la conciencia universal. Todas las injusticias,
todos los atentados, todos los ultrajes a la soberanía de las naciones