Misas herejes (Evaristo Carriego) Libros Clásicos

Página 10 de 60


Como surgiendo de una pesadilla, ¡grazna un ganso alejado de la orilla la bondad provechosa de la Muerte!


La apostasía de Andresillo
- I -
Pues, aquí estoy, señores. Pues...yo soy Andresillo, ¿no recuerdan ustedes? Yo soy aquel
chiquillo a quien el gran Quijote librara cierto día -porque ahí encajaba bien su caballería-
de la nube de palos, que mi amo, furioso,
sobre mí descargaba ferozmente donoso,
Al pobre señor loco le hice una ruin ofensa,
maldiciendo, más tarde, su gallarda defensa,
dejándole mohíno, cabizbajo y corrido-.
(Sé que fui un mentecato). Después, arrepentido,
al correr de los años, comprendiendo la humana
obra que yo pagase con acción tan villana,
deseoso de la gracia del noble caballero,
sobre su incierto rumbo interrogué al ventero
y el muy bellaco, riendo, me relató su muerte...
(Desde entonces empieza lo malo de mi suerte.)
- II -
Así olvidando algunas de las cerriles mañas,
vine a ser otro andante, soñador de fazañas
inauditas y fieras, en lides peligrosas
que los encantamentos no hacen siempre sabrosas
Porque ya se mostraba cansado de su dueño
al flaco Rocinante cambié por Clavileño,
y recorrí la tierra, buscando honor y fama
que ofrecer a mi hermosa, desconocida dama,
de quien he recibido desdenes y rigores,
hasta que, al fin, vencido de los encantadores,
me trajeron a ésta prisión o manicomio,
una institución sabia, digna de todo

encomio,
en donde escarnecido sin cesar, y aporreado como mi buen maestro, seriamente he
pensado
que desfacer agravios no es sino una locura que honrara sólo al triste de la Triste

Página 10 de 60
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: