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Tal vez en el Envío que trabaja mi mano
Tal vez en el Envío que trabaja mi mano me ayuda Perogrullo ¡tan ingenioso y llano!... ...Son versos como zarzas, pero hay en sus
rudezas muchas síntesis bravas de temidas bellezas.
La Epopeya del Triunfo se ha anunciado sonora, al galope del rojo centauro de la Aurora que llega, como heraldo de la Ciudad lejana, precursor del saludo, del laurel y la diana.
-Floraciones de músicas en un carmen de gloria-
divulgan los clarines la futura Victoria, pues, sobre nidos de águilas, se ha soñado la lumbre
de las teas clavadas en la más alta cumbre.
Desfilan en el biógrafo del recuerdo entusiasta, los residuos amargos de la sufriente casta: tus vagabundos trágicos, tus tristes heroínas: testas de manicomios, cuellos de guillotinas;
tus perros soñadores, con nostalgias de
luna, la historia de la humana pasión donde se aduna
el delito y el beso, la amada y el suicida que se fue de la reja y después de la vida;
Tus asesinos bárbaros, apóstoles del Crimen,
tus pobres Margaritas que jamás se redimen, tus poetas borrachos, con hambres de apoteosis,
tus Nietzsches de presidios en celdas de neurosis...
Y lo demás y todo... La herida de la pena, que tiene tintes rojos para cada azucena, y el último lamento del niño moribundo que fue como un andrajo flotando sobre el
mundo.
Y lo que no harás nunca: lo que ocultó su clave, tal alma que al cerrarse se guardara la llave lo que dejó la vida, por infame y monstruoso, en una frase trunca de gesto doloroso.