Página 51 de 60
Imágenes del pecado
Enfermizas plenitudes de emociones amatorias, modernismo de lo Raro, de embriagueces ilusorias,
que disfrazan las crudezas de sus credos materiales, como fórmulas severas
de blasones impolutos, que, discretos, disimulan los salvajes atributos, las paganas desnudeces de las fuerzas germinales.
Rosa-estigma que en los labios han dejado los orfebres de la Ardencia. Bestias malas
de lascivias y de fiebres, que no doman los actuales filosóficos Orfeos, acechando por las noches
los oficios sigilosos... por las noches consteladas de los besos milagrosos que deshacen en las bocas el rubí de los deseos...
Predilecta medianoche vagamente ensoñativa, que ha exhumado un bello libro de lectura sugestiva, de encubiertas entrelíneas de extravíos irreäles... ¡Oh, curiosa, febriciente cabecita conturbada, que en los tibios abandonos delatados en la almohada se fecunda de las sabias poluciones cerebrales!
¡Oh, cuán negros los hastíos de las púberes sensuales: ¡Oh, cuán largas las esperas
de los pálidos nupciales, en los ratos aburridos de cloróticas visiones... cuando creen que las abejas
evocadas vendrán, fieles, a traerles, compasivas,
con sus vinos y sus mieles, las cantáridas, nocturnas de las fuertes obsesiones...
Voz fatal que en los gentiles
Evangelios de Afrodita,
al cenáculo vedado
de su roja mesa invita.
¡Oh, furtivas comuniones en los cultos que
revelan
el peligro imaginable
de las hostias consagradas
donde, lívidas, se ocultan
las cabezas desmayadas
de los duendes cautelosos que en la extraña
misa velan...
Neurasténica enclaustrada
cuyos lirios de pureza
ha violado sin esfuerzo
la triunfal Naturaleza:
Esa siempre parturienta, santamente dolorida.