Peter Pan (J.M. Barrie) Libros Clásicos

Página 60 de 166


-¿Una dama? -dijo Lelo y se echó a temblar.
-Y la hemos matado -dijo Avispado con voz ronca. Todos se quitaron los gorros.
-Ahora lo entiendo -dijo Rizos-, nos la traía Peter. Se tiró al suelo desconsolado.
-Una dama para cuidarnos por fin -dijo uno de los gemelos-, y tú la has matado.
Sentían pena por él, pero más por ellos mismos y cuando él se acercó un poco más a ellos le volvieron la espalda. Lelo estaba muy pálido, pero ahora tenía un aire de dignidad que antes nunca había aparecido en él.
-Yo lo he hecho -dijo, reflexionando-. Cuando se me aparecían señoras en sueños, yo decía: «mamaíta, mamaíta.» Pero cuando por fin llegó de verdad la maté.
Se alejó despacio.
-No te vayas -lo llamaron apenados.
-Tengo que hacerlo -contestó él, temblando-, tengo mucho miedo de Peter.
En este trágico instante oyeron un ruido que les puso a todos el corazón en un puño. Oyeron a Peter graznar. -¡Peter! -gritaron, pues siempre anunciaba así su regreso.
-Escondedla -susurraron y se agruparon rápidamente en torno a Wendy. Pero Lelo se quedó aparte.
Se oyó otra vez aquel sonoro graznido y Peter se posó delante de ellos.
-Saludos, chicos -exclamó y ellos saludaron maquinalmente y de nuevo se hizo un silencio.
Él frunció el ceño.
-He vuelto -dijo con vehemencia-. ¿Por qué no os animáis?
Ellos abrieron la boca, pero no les salían los gritos de júbilo. Él lo pasó por alto por la prisa de darles las maravillosas nuevas.
-Grandes noticias, chicos -exclamó-. Por fin he traído una madre para todos vosotros.
El silencio continuó, salvo por un golpecito sordo producido por Lelo al caer de rodillas

Página 60 de 166
 


Grupo de Paginas:           

Compartir:



Diccionario: