Peter Pan (J.M. Barrie) Libros Clásicos

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Por lo general cundo se ponía a contar este cuento él se iba de la habitación o se tapaba los oídos con las manos y posiblemente si esta vez hubiera hecho una de estas cosas, puede que todavía estuvieran en la isla. Pero esta noche se quedó en su asiento y veremos lo que sucedió.

11. El cuento de Wendy

-A ver, escuchad -dijo Wendy, acomodándose para el relato, con Michael a los pies y siete chicos en la cama-. Había una vez un señor...
-Yo preferiría que fuera una señora -dijo Rizos.
-Y yo que fuera una rata blanca -dijo Avispado.
-Silencio -los reprendió su madre-. También había una señora y...
-Oh, mamá -exclamó el primer gemelo-, quieres decir que también hay una señora, ¿verdad? No está muerta, ¿verdad?
-Oh, no.
-Cómo me alegro de que no esté muerta -dijo Lelo-. ¿No te alegras, John?
-Claro que sí.
-¿No te alegras, Avispado?
-Bastante.
-¿No os alegráis, Gemelos?
-Nos alegramos.
-Dios mío -suspiró Wendy.
-A ver si hacemos menos ruido -exclamó Peter, dispuesto a que las cosas le fueran bien a Wendy, por muy espantoso que le pareciera el cuento a él.
-El señor -continuó Wendy-, era el señor Darling y ella era la señorita Darling.
-Yo los conocía -dijo John, para fastidiar a los demás.
-Yo creo que los conocía -dijo Michael no muy convencido.
-Estaban casados, ¿sabéis? -explicó Wendy-, ¿y qué os imagináis que tenían?
-Ratas blancas -exclamó Avispado con gran inspiración.
-No.
-Qué misterio -dijo Lelo, que se sabía el cuento de memoria.
-Calla, Lelo. Tenían tres descendientes.
-¿Qué son descendientes?
-Bueno, pues tú eres uno, Gemelo.

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