Casi extinguidos (Alan Barclay) Libros Clásicos

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CASI EXTINGUIDOS
POR ALAN BARCLAY
DESDE lo alto de una escarpada colina, Harrison, sentado sobre una roca, podía
ver, a intervalos, por entre los árboles, a la persona que se acercaba
corriendo. No se veía ni se oía aún a los perseguidores. Las empinadas laderas
del macizo central surgían abruptamente de la planicie solamente a seis
kilómetros de distancia. Harinosa adivinaba el pensamiento del desconocido: la
esperanza de que, una vez entre las pendientes laderas y barrancos, de
exuberante vegetación, que llegaban hasta la meseta, sería posible escapar de
los perseguidores.
Si hubiera sido un hombre aficionado a las apuestas o si hubiera tenido allí a
alguien con quien apostar hubiera apostado contra el corredor. Muy pocas veces
escapaba nadie de los perseguidores, excepto, naturalmente, los que, como él,
tenían facultades especiales. Harrison no estaba particularmente interesado en
el resultado de esta persecución. Sentía, quizá, un poco de simpatía por el
perseguido, pero en realidad sería mejor que este individuo fuera alcanzado y
capturado. Si escapaba, organizarían la búsqueda Y volverían por aquellos
parajes.
El corredor pasó justamente por debajo de donde estaba Harrison v saltó un
arroyuelo, y entonces Harrison vio con sorpresa que era una mujer; una mujer
fuerte, joven, con largas piernas, y de aspecto vigoroso.
Cuando descubrió esto dejó de ser mero espectador y le embargó una gran emoción.
Se poso de pie lentamente, con la cabeza erguida, como un animal grande.
Harrison era realmente un animal, un animal inteligente y peligroso.
Miró al antiguo camino con los ojos muy abiertos y el oído alerta, por si se

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