Riquezas peruanas: colección de artículos descriptivos escritos para La Tribuna (Modesto Basadre y Chocano) Libros Clásicos

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controversia entre Anduvon y Waterton, diré lo siguiente, y creo que mis
palabras serán ratificadas por el testimonio de todos los que han manejado
oficinas salitreras en Tarapacá. En todas esas oficinas mueren muchas
mulas, ya sean de las oficinas mismas, o ya de los arrieros que conducen
el salitre elaborado en ellas, a los puertos de la costa. Esas oficinas,
como he tenido ocasión de exponer, son fabricadas en hoyadas; en ellas son
arrojadas, a alguna distancia, las mulas muertas, para que el olor de la
carroña no cause daño a la peonada. El excesivo calor en esos campos, muy
pronto produce rápida putrefacción en el animal muerto; y antes de
veinticuatro horas acuden al festín muchos Cóndores. El animal muerto no
ha podido ser distinguido ni desde el borde de la hoyada; en el espacio no
se distingue ni un solo Cóndor, cuando se ha arrojado el animal muerto al
campo, y, sin embargo, en pocas horas, acuden los Cóndores al festejo.
Para cerciorarme más, he hecho el ensayo siguiente: he hecho arrojar
a una angosta hoyada, de donde se había sacado caliche, una mula muerta,
cuya carola quedaba casi cubierta con los trozos de costra que la
rodeaban, y, sin embargo, han acudido los Cóndores a saciar su voracidad.
Era imposible distinguir la mula muerta a pequeña distancia; sólo la
excesiva efluvia de la carroña, diseminada por la atmósfera, ha podido
guiar al Cóndor al punto conveniente. El Cóndor se atraganta de carroña
hasta casi no poder volar; los peones argentinos, en la Soledad, los
atropellaban a caballo, y como para emprender el vuelo tenían que correr a

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