Página 206 de 256
Tirana, pasando el camino por muchos canchones y casitas de vecinos. Estos
campos antiguamente han sido cubiertos de grandes bosques de algarrobo y
matorrales, que hoy se hallan secos y enterrados en gran parte bajo capas
de arena.
Los pueblos inmediatos tienen una verdadera mina, en esos árboles
enterrados, y sacan de ellos leña en gran cantidad, convirtiendo alguna
parte en carbón, de gran precio en las oficinas salitreras para el
beneficio de pólvora etc.
La retama abunda en esos campos, y como desde medio día sopla un
fuerte viento del Sur, esas plantas han ido formando cerritos o médanos de
arena, que constituyen las únicas alturas que se pueden distinguir en esos
llanos.
Al aproximarse a la Tirana, se encuentra un bosque de verdes y
grandes algarrobos, único resto de aquel inmenso bosque, que en remotas
épocas ha cubierto estas pampas. Media legua antes de llegar a la Tirana
se halla una antigua y arruinada Iglesia; hoy sirve de cementerio. Más
allá se encuentran muchos y arruinados hornos de quemar metales, restos de
la época de riqueza de Guantajaya y Santa Rosa.
La Tirana, antigua población, centro de residencia de los ricos y
numerosos mineros de Guantajaya y de Santa Rosa, es un montón de ruinas, y
todo demuestra la más completa desolación. De los cientos de oficinas de
beneficiar metales de plata, sólo existe una en tísica existencia; le
faltan los metales que le daban vida.
Aun cuando, como es probable, las minas de Guantajaya y Santa Rosa,
volviesen a un estado grande de producción, por haberse profundizado las