Juan Salvador Gaviota (Richard Back) Libros Clásicos

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-Juan -dijo, y estas fueron las últimas palabras que pronunció-, sigue
trabajando en el amor.
Cuando pudieron ver otra vez, Chiang había desaparecido.
Con el pasar de los días, Juan se sorprendió pensando una y otra vez en la
Tierra de la que había venido. Si hubiese sabido allí una décima, una
centésima parte de lo que ahora sabía, ¡cuanto más significado habría tenido
entonces la vida! Quedóse allí en la arena y empezó a preguntarse si habría
una gaviota allá abajo que estuviese esforzándose por romper sus
limitaciones, por entender el significado del vuelo más allá de una manera de
trasladarse para conseguir algunas migajas caídas de un bote. Quizás hasta
hubiera un Exilado por haber dicho la verdad ante la Bandada. Y mientras más
practicaba Juan sus lecciones de bondad, y mientras más trabajaba para
conocer la naturaleza del amor, más deseaba volver a la Tierra. Porque, a
pesar de su pasado solitario, Juan Gaviota había nacido para ser instructor, y
su manera de demostrar el amor era compartir algo de la verdad que había
visto, con alguna gaviota que estuviese pidiendo sólo una oportunidad de ver
la verdad por sí misma.
Rafael, adepto ahora a los vuelos a la velocidad del pensamiento y a ayudar a
que los otros aprendieran, dudaba.
-Juan, fuiste Exilado una vez. ¿Por qué piensas ahora que alguna gaviota de tu
pasado va a escucharte ahora? Ya sabes el refran, y es verdad: Gaviota que
ve lejos, vuela alto. Esas gaviotas de donde has venido se lo pasan en tierra,
graznando y luchando entre ellas.

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