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-No he empezado a pensar en el cómo; todo lo que sé es que tengo que hacerlo. Hay planetas en la Antigua Federación en donde los vikingos espaciales van y vienen; bases de ataque y comercio, como la que el Duke Angus planeaba establecer en Tanith. En una u otra de ellas, tendré noticias de Dunnan, tarde o temprano.
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Nos enteraremos de dónde estaba hace un año y para cuando lleguemos allí, se habrá ido para de año y medio a dos años- Hemos estado asaltando la Antigua Federación por casi trescientos años, lord Trask. En el presente, yo diría que hay cuanto menos doscientos navíos de vikingos espaciales en funcionamiento. ¿Por qué no lo hemos intentado hace tiempo?. Bueno, la respuesta es: distancia y tiempo del viaje. Ya sabe, Dunnan podría morir de viejo... lo que no es una causa ordinaria de muerte entre los vikingos espaciales... antes de que se le alcanzase. Y su grumete más joven podría morir de viejo antes de enterarse
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Bueno, puedo seguir persiguiéndole hasta que me muera entonces. Ninguna otra cosa significa algo para mí.
-Ya me imagino que sería una cosa así. Yo no estaré en su compañía toda la vida. Deseo un navío propio, como el Corisande, que perdí en Durendal. Algún día lo tendré. Pero mientras usted pueda mandar su nave, yo mandaré la mía a sus órdenes. Se lo prometo.
Alguna nota de ceremonia parecía indicada. Avisando a un robot, hizo que le sirviese vino y los dos hombres brindaron en silencio.
Rovard Grauffis había recuperado su aplomo para cuando regresó acompañado por el duque. Si Angus lo había perdido alguna vez, no daba señales de ello.