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imperiosamente desde su cuarto:
-¡Irene!... ¡Irene!
-¿Qué?
-Salga usted del balcón.
-Y ¿por qué tengo de salir? -replicó una voz áspera, con palabra
La lucha por la vida I. La busca
estropajosa.
-Porque sí... porque sí...
-¿Pues qué hago yo en el balcón?
-Usted lo sabrá mejor que yo.
-Pues no sé.
-Pues yo sí sé.
-Estaba tomando el fresco.
-Usted sí que es fresca.
-La fresca será usted, señora.
-Cierre usted el balcón. Usted se figura que mi casa es lo que no es.
-Yo ¿qué he hecho?
-No tengo necesidad de decírselo. Para eso, enfrente, enfrente.
-Quiere decir que en casa de la Isabelona -pensó la Petra.
Se oyó cerrar el balcón de golpe; sonaron pasos en el corredor,
seguidos de un portazo. La patrona continuó rezongando durante largo
tiempo; luego hubo un murmullo de conversación tenido en voz baja.
Después no se oyó más que el chirriar persistente del grillo de la
vecindad, que siguió rascando en su desagradable instrumento con la
constancia de un aprendiz de violinista.
II
La casa de doña Casiana - Una ceremonia matinal - Complot
En donde se discurre acerca del valor alimenticio de los huesos
La Petra y su familia - Manuel: su llegada a Madrid
...Y el grillo, como virtuoso obstinado, persistió en sus ejercicios
musicales, a la verdad algo monótonos, hasta que apareció en el cielo la