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La lucha por la vida I. La busca
pregunta-. Y el encuadernador, cuya mujer es Núñez de Letona y oriunda
de la Rioja, me cuenta la historia ésta que le he dicho a usted. Yo, al
principio, lo tomé a broma; luego, al cabo de algún tiempo, escribí a mi
madre, y me contestó que sí, que recordaba algo de todo esto.
Don Telmo paró la vista en Manuel.
-¿Qué haces tú aquí? -le preguntó-. Anda fuera; no quiero que vayas
contando después...
-Yo no cuento nada.
-Bueno, pues márchate.
Salió Manuel, y don Telmo y Roberto siguieron hablando. Los
huéspedes interrogaron a Manuel, pero éste no quiso decir nada. Se
había decidido por el bando de los sensatos.
Con esta amistad del viejo y el estudiante el servicio de espías siguió
funcionando. Uno de los comisionistas averiguó que don Telmo celebraba
contratos de retroventa y se dedicaba a prestar dinero sobre casas y
muebles y a otros negocios usurarios.
Alguien le vio en una ropavejería del Rastro, que probablemente sería
suya, y se inventó que en su cuarto guardaba monedas de oro y que de
noche jugaba con ellas encima de la cama.
Se supo también que don Telmo iba a visitar con alguna frecuencia a
una muchacha muy elegante y guapa, según unos querida suya, y,
según otros, su sobrina.
Al siguiente domingo, Manuel sorprendió una conversación entre el
viejo y el estudiante. En un cuarto oscuro había un montante que daba