La lucha por la vida II (Pío Baroja) Libros Clásicos

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Manuel rió con grandes carcajadas las cómicas y extravagantes ocurrencias de don Bonifacio.
-No eres como mi amanuense -le dijo, halagado por las manifestaciones de alegría del muchacho-, que no ríe mis chistes y luego me los roba y los pone estropeados en unas cuantas piececitas fúnebres
que escribe. Y no es eso lo peor. Lee.
Y Mingote le dio a Manuel un anuncio impreso.
Era también una circular por el estilo de las de don Bonifacio. Decía así:
LA BENEFACTOR
AGENCIA MÉDICO-FARMACÉUTICA DE DON PELAYO HUESC

Nadie como ella cumple sus compromisos. El Consejo de Administración de La Benefactora lo forman los banqueros más acaudalados de Madrid. La Benefactora tiene cuenta corriente con el Banco de España.
En La Benefactora no hay cuota de entrada.
Servicio de abogado, relator, procurador, médico, farmacéutico, partos, dietas, entierros, lactancia, etc. Cuota mensual: Una, dos, dos cincuenta, tres, cuatro y cinco pesetas. (Obras son amores y no buenas razones.)
Director gerente, Pelayo Huesca. Misericordia, 6.
¿Eh? -gritó Mingote cuando Manuel concluyó de leer-. ¿Qué te parece? Está viviendo de La Europea y, plagiándome, hace La Benefactora. En todo es así este hombre: pérfido como la onda. Pero, ¡ah!, señor don Pelayo, yo le encontraré a usted. Si es usted un murciélago alevoso, yo le clavaré en mi puerta; si es usted un miserable galápago, yo le romperé su concha. ¿Ves, hijo mío? ¿Qué se puede esperar de un país donde no se respeta la propiedad intelectual, no la más santa, pero sí la única legítima de todas las propiedades?
Mingote no enseñó a Manuel una nota impresa al margen de la circular.

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