Solamente un eco (Alan Barclay) Libros Clásicos

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un poco de la visual, pero no lo suficiente para quedar fuera del alcance de sus
proyectiles fisionables de acero. En su costado se abrieron seis agujeros. Dio
la vuelta violentamente al recibir el impacto y> de repente, lanzó una gran
llamarada blanca.
-¡Le di! - gritó Língard.
Stinson no dijo ni una palabra. Estaba tecleando en los botones de disparar.
La nave dio con mucha rapidez una vuelta muy cerrada. Lingard se abatió contra
el asiento.
-¿Dónde está la tercera nave ?- preguntó.
- Hijito, está exactamente en nuestra cola - dijo Stinson con voz agria.
Agárrate bien a lo que puedas, que te vas a zarandear un poco.
La nave empezó a bajar y subir rápidamente describiendo grandes círculos. El
asteroide junto al cual empezó la batalla estaba ahora a muchos cientos de
millas. Por tres veces, un destello de llama azul metálico pasó por delante de
las troneras de observación.
- No anda muy listo con su onda D - observó Lingard -. ¿No puede girar más, para
que yo le pueda disparar?
- No hay la menor esperanza. Estos Jackoes son capaces de aguantar una fuerza
centrífuga mucho mayor de cuanto nosotros podemos soportar y pueden girar en
círculos más pequeños.
Una vez más, la aguja de luz azul pasó junto a ellos. Un segundo después la
vieron brillar justamente delante, y esta vez no era un destello momentáneo,
sino un rayo atravesado como una espada en su camino. Stinson dio un fuerte
impulso a los motores para elevar la nave y hacerla pasar por encima.
- La ventaja del rayo es que lo pueden dirigir hacia adelante para que tengamos

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