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El doctor tomó nota internamente de la descripción vacilante del hombre; estaba satisfecho de que la sutil evidencia de intuición que lo había inducido a contratar a Baker no había fallado del todo al primer intento. El doctor Silence buscaba esta cualidad en todos sus asistentes, desde el secretario hasta el hombre del servicio, y aunque esto lo rodeaba de un personal algo particular, los inconvenientes estaban más que compensados en su totalidad por sus destellos ocasionales de perspicacia.
-Así que el caballero te hizo sentir extraño, ¿no es cierto?
-Creo que así fue, señor -repitió el hombre impasiblemente.
- ¿Y no trae ninguna clase de presentación para mí...ninguna carta o algo así?- preguntó el doctor con fingida sorpresa, como si supiera lo que vendría.
-Pido sus disculpas, señor -dijo, tremendamente perturbado -el caballero me entregó esto para usted.
Era la nota de un perspicaz amigo, quien hasta el momento jamás le había mandado un caso que no fuera vitalmente interesante desde un punto de vista u otro.
«Por favor reciba al portador de esta nota» -decía el breve mensaje-, «aunque dudo que incluso usted pueda hacer algo para ayudarlo»
John Silence se detuvo por un momento, como para atrapar de la mente del escritor todo lo que se encontraba detrás de las breves palabras de la carta. Luego observó a su sirviente con una expresión más seria de la que hasta el momento había mostrado.
-Regresa y encuentra a este caballero -dijo- y dirígelo al estudio verde. No contestes a sus preguntas, o hables más de lo realmente necesario; pero Barker, ten pensamientos amables, serviciales, compasivos, tan fuertemente como te sea posible.