Una Víctima del Espacio Superior (Algernon Blackwood) Libros Clásicos

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Pero el paciente lo interrumpió inmediatamente. Su voz era apurada y tenía extraños y estridentes cambios, quebrándose de agudo a grave de forma inesperada. En un momento tronaba, en el otro casi chirriaba.
-Comprendo sin que me explique -interrumpió rápidamente-. De esa forma obtiene la verdadera nota de un hombre, cuando no se siente observado. Lo apoyo completamente. Sólo que en mi caso, me temo que vio muy poco. Mi caso, como por supuesto usted comprende, doctor Silence, es extremadamente peculiar, incómodamente peculiar. De hecho, Sir Williams me aseguró que....
-Mi amigo lo ha mandado a verme -el doctor interrumpió seriamente, con una suave nota de autoridad -, y eso es suficiente. Por favor siéntese, señor ......
-Mudge...Racine Mudge -replicó el otro.
-Tome esta cómoda silla, señor Mudge -dirigiéndole hacia la silla arreglada -, y cuénteme acerca de su condición en sus propias palabras y a su propio paso. Mi día entero está a su disposición si así lo requiere.
El señor Mudge se dirigió hacia la silla en cuestión y luego dudó.
-Prométame que no usará los botones narcóticos -dijo, antes de sentarse-. No los necesito. Además, debo mencionar que cualquier cosa que usted piense intensamente alcanzará mi mente. Esto es, aparentemente, parte de mi peculiar caso-. Se sentó con un suspiro y arregló sus delgadas piernas y cuerpo hasta alcanzar una posición cómoda. Evidentemente era muy sensible a los pensamientos de los otros, ya que la imagen de los botones verdes había entrado solamente por un segundo a la mente del doctor, mientras que el otro lo captó instantáneamente. El doctor Silence notó además, que el señor Mudge se aferraba fuertemente con ambas manos a los brazos de la silla.

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