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Era la horrible desolación y el flujo de un mundo monstruoso, tan absolutamente distinto a todo lo que conocemos y vemos, que ni siquiera puedo dar una pista de la naturaleza de las visiones y objetos y seres en él. Más que eso, no puedo ni siquiera recordarlos. No puedo imaginármelos ahora ni para mí mismo, sino que sólo puedo evocar los recuerdos de la impresión que dejaron sobre mí, el horror y el devastador terror de todo eso. Estar en varios lugares a la vez, por ejemplo...
-Perfectamente-interrumpió John Silence, dándose cuenta del aumento de excitación del otro-, comprendo exactamente. Pero ahora, por favor, cuénteme algo más de este temor que experimentaba, y cómo lo afectó.
-No es desaparecer y reaparecer per se lo que me afecta-continuó el señor Mudge-, tanto como otras cosas. Es ver a la gente y los objetos en su extraña completitud, en sus formas reales y completas, eso es lo angustiante. Me he introducido a un mundo de monstruos. Caballos, perros, gatos, a todos los quería; personas, árboles, niños; todo lo que había considerado hermoso en la vida-todo, desde el rostro humano hasta una catedral-se me aparecía en un aspecto y forma diferente a todo lo que había conocido antes. En vez de ver su forma parcial en tres dimensiones, las veía completas-en cuatro. Tal vez no pueda explicarle por qué esto sería terrible, pero le aseguro que así es. Escuchar la voz humana proveniente de esta novedosa apariencia que difícilmente reconocía como un cuerpo humano, es espantoso, simplemente espantoso. Poder ver en el interior de todo y todos es una forma de discernimiento particularmente angustiosa. Estar tan confundido geográficamente como para encontrarme en un momento en el Polo Norte, y al siguiente en Claphan Junction-o posiblemente en ambos sitios a la vez-, es absurdamente terrorífico.