Una Víctima del Espacio Superior (Algernon Blackwood) Libros Clásicos

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El señor Racine Mudge la oyó. Lanzó un grito agudo y chirriante y nerviosamente enroscó sus brazos alrededor de la silla. Una mirada que daba pena y que no estaba lejos de las lágrimas se extendió sobre su pálido rostro. Grises sombras lo siguieron-el gris del miedo. Comenzó a luchar convulsionadamente.
-¡Sujéteme firme! ¡Atrápeme! Por el amor de Dios, ¡manténgame aquí! Ya estoy en camino. ¡Oh, es espantoso!-gritó en tonos de angustia, su voz tan delgada como un junco.
El doctor Silence se precipitó hacia adelante para atraparlo, sin embargo, en un destello, antes de que pudiera cubrir el espacio entre ellos, el señor Racine Mudge, gritando y luchando, pareció dispararse hacia lo invisible. Desapareció como una flecha lanzada por un arco a una velocidad infinita, y su voz ya no resonaba en el aire externo, sino que de alguna curiosa manera, parecía hacerse audible a través de las profundidades del ser del propio doctor. Era casi como un débil cántico en su cabeza, como la voz de un sueño, una voz de visiones e irrealidad.
-¡Alcohol, alcohol!-gritaba débilmente, a la distancia-¡deme alcohol! Es la manera más rápida. ¡Alcohol, antes de que esté fuera de alcance!
El doctor, acostumbrado a las decisiones rápidas y acciones aún más rápidas, recordó que había una botella de brandy sobre la mesa, y en menos de un segundo la había cogido y la sostenía hacia el espacio sobre la silla, recientemente ocupado por un visible Mudge. Pero, frente a sus propios ojos, y mucho antes de que pudiera abrir la tapa metálica, vio que el contenido del frasco cerrado se hundía y disminuía como si alguien estuviera bebiendo su licor con violencia y avidez.

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