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e hombre activo, audaz y alegre la acompañó por el pasillo exterior a la
habitación hasta estar seguro de que había bajado a salvo las escaleras, y
regresó riendo.
» Cerró la puerta, examinó el dormitorio, sacó, los contenidos de la cesta
colocándolos en la mes situada delante del fuego, llenó las copas, comió bebió.
Su compañero, tan alegre y confiado como, él, hizo lo mismo: aunque él era el
jefe. Una vez ce nados, colocaron las pistolas sobre la mesa, se volvieron de
cara al fuego y empezaron a fumar pipa de tabaco extranjero.
» Habían viajado juntos, habían pasado junto mucho tiempo y tenían numerosos
temas de conversación comunes. En mitad de la charla y las risas: el más joven
hizo referencia a que el jefe estaba dispuesto siempre para cualquier aventura;
fuera aquella o cualquier otra. Le contestó con estas palabra;
» -No es así, Dick; aunque no tema a nada más me temo a mí mismo.
» Su compañero pareció algo confuso con es respuesta, y le preguntó que en qué
sentido y cómo, tenía miedo a sí mismo.
» -Es muy fácil, Dick -le replicó-. Hay aquí ui fantasma que debe ser refutado.
¡Pues bien! No puedo responder de lo que provocaría mi fantasía si m hallara
solo aquí, o de qué trucos podrían hacer mi sentidos para engañarme si estuviera
a merced d ellos. Pero en compañía de otro hombre, y especial mente de ti, Dick,
consentiría en retar a todos lo fantasmas de los que en el universo se ha
hablado » -No tenía la vanidad de suponer que fuera de tanta importancia esta
noche -respondió el otro. » -De tanta que, por la razón que te he dado, por nada
del mundo me habría ofrecido a pasar aquí la noche a solas -replicó entonces el
jefe, con mayor gravedad de la que había hablado hasta entonces. » Faltaban
pocos minutos para la una. El hombre más joven había dejado caer la cabeza con
su último comentario, y ahora la volvió a dejar caer más.
» -¡Despierta, Dick! -exclamó el jefe alegremente-. Las horas pequeñas son las
peores.
» Lo intentó, pero la cabeza volvió a caerle sobre el pecho.
» -¡Dick! -le presionó el jefe-. ¡Manténte despierto!
» -No puedo -murmuró el otro confusamente-.