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El alemán se limitó a fumar y lanzar una carcajada; y todos fumaron y rieron.
-¡Bah! -exclamó el alemán un rato después-. Yo hablo de cosas que suceden
realmente. Cuando quiero ver a un brujo pago para ver a un profesional, y que mi
dinero merezca la pena. Suceden cosas muy extrañas sin fantasmas. ¡Fantasmas!
Giovanni Baptista, cuente la historia de la novia inglesa. Ahí no hay ningún
fantasma, pero resulta igual de extraño. ¿Hay alguien que sepa decirme qué?
Como se produjo un silencio entre ellos, miré a mi alrededor. Aquél que pensé
debía ser Baptista estaba encendiendo un cigarro nuevo. Enseguida empezó a
hablar y pensé que debía ser genovés.
-¿La historia de la novia inglesa? -preguntó-. ¡Basta! Uno no debería tomarse
tan a la ligera una historia así. Bueno, da lo mismo. Pero es cierta. Ténganlo
bien en cuenta, caballeros, es cierta. No todo lo que brilla es oro, pero lo que
voy a contarles es verdad. Repitió esa misma frase varias veces.
-Hace diez años, llevé mis credenciales a un caballero inglés que estaba en el
Long´s Hotel, en Bond Street, Londres, quien pensaba viajar durante uno o quizá
dos años. El caballero aprobó mis credenciales, y yo le aprobé a él. Quería
hacer unas investigaciones y el testimonio que recibió fue favorable. Me
contrató por seis meses y mi acogida fue generosa. Era un hombre joven, de buen
aspecto muy feliz. Estaba enamorado de una hermosa y joven dama inglesa, de
fortuna suficiente, e iban a casarse. En resumen, lo que íbamos a emprender era
viaje de bodas. Para el reposo de tres meses durante el clima caluroso
(estábamos entonces a principio de verano) había alquilado un viejo palacio en
la Riviera, a escasa distancia de la ciudad, Génova, en carretera que conducía a
Niza. ¿Conocía yo el lugar? Cierto, le dije que lo conocía bien. Era un palacio
viejo con grandes jardines. Era un poco desértico algo oscuro y sombrío, pues
los árboles lo rodeaba desde muy cerca, pero resultaba espacioso, antiguo,
imponente y muy cercano al mar. Me dijo que así lo habían descrito exactamente,
y le complacía que yo lo conociera. En cuanto a que estuviera algo de provisto
de muebles, así sucedía con todos los lugares de alquiler.