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Y por más que esta gente maldecida
la verdadera perfección no encuentre,
entonces, más que ahora, esperan serlo.» 111
En redondo seguimos nuestra ruta,
hablando de otras cosas que no cuento;
y al llegar a aquel sitio en que se baja 114
encontramos a Pluto: el enemigo. 115
CANTO VII
«¡Papé Satán, Papé Satán aleppe!» 1
dijo Pluto con voz enronquecida;
y aquel sabio gentil que todo sabe, 3
me quiso confortar: «No te detenga
el miedo, que por mucho que pudiese
no impedirá que bajes esta roca.» 6
Luego volvióse a aquel hocico hinchado,
y dijo: «Cállate maldito lobo,
consúmete tú mismo con tu rabia. 9
No sin razón por el infierno vamos:
se quiso en lo alto allá donde Miguel
tomó venganza del soberbio estupro.» 12
Cual las velas hinchadas por el viento
revueltas caen cuando se rompe el mástil,
tal cayó a tierra la fiera cruel. 15
Así bajamos por la cuarta fosa,
entrando más en el doliente valle
que traga todo el mal del universo. 18
¡Ah justicia de Dios!, ¿quién amontona
nuevas penas y males cuales vi,
y por qué nuestra culpa así nos triza? 21
Como la ola que sobre Caribdis, 22
se destroza con la otra que se encuentra,
así viene a chocarse aquí la gente. 24
Vi aquí más gente que en las otras partes,
y desde un lado al otro, con chillidos,
haciendo rodar pesos con el pecho. 27
Entre ellos se golpean; y después
cada uno volvíase hacia atrás,
gritando «¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras?» 30
Así giraban por el foso tétrico
de cada lado a la parte contraria,
siempre gritando el verso vergonzoso. 33
Al llegar luego todos se volvían
para otra justa, a la mitad del círculo,
y yo, que estaba casi conmovido, 36
dije: «Maestro, quiero que me expliques
quienes son éstos, y si fueron clérigos
todos los tonsurados de la izquierda.