Página 25 de 454
lo quitó de la suya con presteza. 3
Atento se paró como escuchando,
pues no podía atravesar la vista
el aire negro y la neblina densa. 6
«Deberemos vencer en esta lucha
-comenzó él- si no... Es la promesa.
¡Cuánto tarda en llegar quien esperamos.» 9
Y me di cuenta de que me ocultaba
lo del principio con lo que siguió,
pues palabras distintas fueron éstas; 12
pero no menos miedo me causaron,
porque pensaba que su frase trunca
tal vez peor sentido contuviese. 15
« ¿En este fondo de la triste hoya
bajó algún otro, desde el purgatorio
donde es pena la falta de esperanza?» 18
Esta pregunta le hice y: «Raramente
-él respondió- sucede que otro alguno
haga el camino por el que yo ando. 21
Verdad es que otra vez estuve aquí,
por la cruel Eritone conjurado, 23
que a sus cuerpos las almas reclamaba. 24
De mí recién desnuda era mi sombrío,
cuando ella me hizo entrar tras de aquel muro,
a traer un alma del pozo de Judas. 27
Aquel es el más bajo, el más sombrío,
y el lugar de los cielos más lejano;
bien sé el camino, puedes ir sin miedo. 30
Este pantano que gran peste exhala
en torno ciñe la ciudad doliente,
donde entrar no podemos ya sin ira.» 33
Dijo algo más, pero no lo recuerdo,
porque mi vista se había fijado
en la alta torre de cima ardorosa, 36
donde al punto de pronto aparecieron
tres sanguinosas furias infernales
que cuerpo y porte de mujer tenían, 39
se ceñían con serpientes verdes;
su pelo eran culebras y cerastas
con que peinaban sus horribles sienes: 42
Y él que bien conocía a las esclavas
de la reina del llanto sempiterno
Las Feroces Erinias -dijo- mira: 45
Meguera es esa del izquierdo lado,
esa que llora al derecho es Aleto;
Tesfone está en medio.» Y más no dijo. 48
Con las uñas el pecho se rasgaban,