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primero desde el Veso hacia el levante,
a la vertiente izquierda de Apenino, 96
que Acquaqueta se llama abajo, antes
de que en un hondo lecho se desplome,
y en Forlí ya ese nombre no conserva, 99
resuena allí sobre San Benedetto,
de la roca cayendo en la cascada
en donde mil debieran recibirle; 102
así en lo hondo de un despeñadero,
oímos resonar el agua roja,
que el oído ofendía al poco tiempo. 105
Yo llevaba una cuerda a la cintura 106
con la que alguna vez hube pensado
cazar la onza de la piel pintada. 108
Luego de haberme toda desceñido,
como mi guía lo había mandado,
se la entregué recogida en un rollo. 111
Entonces se volvió hacia la derecha
y, alejándose un trecho de la orilla,
la arrojó al fondo de la escarpadura. 114
«Alguna novedad ha de venirnos
-pensaba para mí- del nuevo signo,
que el maestro así busca con los ojos.» 117
iCuán cautos deberían ser los hombres
junto a aquellos que no sólo las obras,
mas por dentro el pensar también conocen! 120
«Pronto -dijo- verás sobradamente
lo que espero, y en lo que estás pensando:
pronto conviene que tú lo descubras.» 123
La verdad que parece una mentira
debe el hombre callarse mientras pueda,
porque sin tener culpa se avergüence: 126
pero callar no puedo; y por las notas,
lector, de esta Comedia, yo te juro, 128
así no estén de larga gracia llenas, 129
que vi por aquel oire oscuro y denso
venir nadando arriba una figura,
que asustaría el alma más valiente, 132
tal como vuelve aquel que va al fondo
a desprender el ancla que se agarra
a escollos y otras cosas que el mar cela, 135
que el cuerpo extiende y los pies se recoge.
CANTO XVII
«Mira la bestia con la cola aguda, 1
que pasa montes, rompe muros y armas;
mira aquella que apesta todo el mundo.