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su rey, así ha de hacer quien Francia rige.» 87
No sé si fui yo loco en demasía,
pues que le respondí con tales versos:
«Ah, dime ahora, qué tesoros quiso 90
Nuestro Señor antes de que a San Pedro
le pusiese las llaves a su cargo?
Únicamente dijo: "Ven conmigo"; 93
ni Pedro ni los otros de Matías 94
oro ni plata, cuando sortearon
el puesto que perdió el alma traidora. 96
Quédate ahí, que estás bien castigado,
y guarda las riquezas mal cogidas,
que atrevido te hicieron contra Carlos. 99
Y si no fuera porque me lo veda
el respeto a las llaves soberanas
que fueron tuyas en la alegre vida, 102
usaría palabras aún más duras;
porque vuestra avaricia daña al mundo,
hundiendo al bueno y ensalzando al malo. 105
Pastores, os citó el evangelista, 106
cuando aquella que asienta sobre el agua
él vio prostituida con los reyes: 108
aquella que nació con siete testas,
y tuvo autoridad con sus diez cuernos,
mientras que su virtud plació al marido. 111
Os habéis hecho un Dios de oro y de plata:
y qué os separa ya de los idólatras,
sino que a ciento honráis y ellos a uno? 114
Constantino, ¡de cuánto mal fue madre, 115
no que te convirtieses, mas la dote
que por ti enriqueció al primer patriarca!» 117
Y mientras yo cantaba tales notas,
mordido por la ira o la conciencia,
con fuerza las dos piernas sacudía. 120
Yo creo que a mi guía le gustaba,
pues con rostro contento había escuchado
mis palabras sinceramente dichas. 123
Entonces me cogió con los dos brazos;
y luego de subirme hasta su pecho,
volvió a ascender la senda que bajamos. 126
No se cansó llevándome agarrado,
hasta ponerme en la cima del puente
que del cuarto hasta el quinto margen cruza. 129
Con suavidad aquí dejó la carga,
suave, en el escollo áspero y pino