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por quien se hallaba allí crucificado,
en el eterno exilio tan vilmente. 126
Después dirigió al fraile estas palabras:
«No os desagrade, si podéis, decirnos
si existe alguna trocha a la derecha, 129
por la cual ambos dos salir podamos,
sin obligar a los ángeles negros,
a que nos saquen de este triste foso.» 132
Repuso entonces: «Antes que lo esperes,
hay un peñasco, que de la gran roca
sale, y que cruza los terribles valles, 135
salvo aquí que está roto y no lo salva.
Subir podréis arriba por la ruina
que yace al lado y el fondo recubre.» 138
El guía inclinó un poco la cabeza:
dijo después: « Contaba mal el caso
quien a los pecadores allí ensarta.» 141
Y el fraile: « Ya en Bolonia oí contar
muchos vicios del diablo, y entre otros
que es mentiroso y padre del embuste.» 144
Rápidamente el guía se marchó,
con el rostro turbado por la ira;
y yo me separé de los cargados, 147
detrás siguiendo las queridas plantas.
CANTO XXIV
En ese tiempo en el que el año es joven 1
y el sol sus crines bajo Acuario templa,
y las noches se igualan con los días, 3
cuando la escarcha en tierra se asemeja
a aquella imagen de su blanca hermana,
mas poco dura el temple de su pluma; 6
el campesino falto de forraje,
se levanta y contempla la campiña
toda blanca, y el muslo se golpea, 9
vuelve a casa, y aquí y allá se duele,
tal mezquino que no sabe qué hacerse;
sale de nuevo, y cobra la esperanza, 12
viendo que al monte ya le cambió el rostro
en pocas horas, toma su cayado,
y a pacer fuera saca las ovejas. 15
De igual manera me asustó el maestro
cuando vi que su frente se turbaba,
mas pronto al mal siguió la medicina; 18
pues, al llegar al derruido puente,