Página 8 de 265
Pero hay muchos otros personajes reales en Itaca, rodeada de mar; que
uno de ellos ocupe el trono, muerto el divino Odiseo. Yo seré soberano de mi palacio y de los esclavos que el divino Odiseo tomó para mi como botin. »
Y Eurímaco, hijo de Pólibo, le dijo a su vez:
«Telémaco, en verdad está en las rodillas de los dioses quién de los aqueos va a reinar en Itaca, rodeada de mar; tú harías mejor en conservar tus posesiones y reinar sobre tus esclavos. ¡Cuidado no venga algún hombre que lo prive de tus posesiones por la fuerza, contra tu voluntad, mientras Itaca siga habitada!
«Pero quiero, excelente, preguntarte sobre el forastero de dónde es, de qué tierra se precia de ser y dónde tiene ahora su linaje y heredad paterna. ¿Acaso trae un mensaje de tu padre ausente o ha llegado aquí por algún asunto propio? Cuán rápido se levantó y marchó enseguida sin esperar a que lo conociéramos. Desde luego no parecía en su aspecto un hombre del pueblo.»
Y Telémaco le contestó discretamente:
«Eurímaco, con certeza se ha acabado el regreso de mi padre. No hago ya caso a noticia alguna, venga de donde viniere, ni presto oídos al oráculo de procedencia divina que mi madre pueda comunicarme llamándome al mégaron. Este hombre es huésped paterno mío y afirma con orgullo que es Mentes, hijo del prudence Anquíalo, y reina sobre los Tafios, amantes del remo.»
Así dijo Telémaco, aunque había reconocido a la diosa inmortal en su mente.
Volvieron ellos al baile y al canto para deleitarse y aguardaron al lucero de la tarde y cuando se estaban deleitando les sobrevino éste, así que se pusieron en camino cada uno a su casa deseando acostarse.
Entonces Telémaco se dirigió cavilando hacia el lecho, hacia donde tenía construido su
CANTO II
TELÉMACO REÚNE EN ASAMBLEA AL PUEBLO DE ITACA
amado hijo de Odiseo se levantó del lecho, vistió sus vestidos, colgó de su hombro la aguda espada y bajo sus pies, brillantes como el aceite, calzó hermosas sandalias. Luego se puso en marcha, salió del dormitorio semejante a un dios en su porte y ordenó
a los vocipotentes heraldos que convocaran en asamblea a los aqueos de largo cabello; aquéllos dieron el bando y éstos comenzaron a reunirse con premura.