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de Vezzera, conocí su tensión de nervios.
-Dile que te diga-se dirigió a María-por qué realmente no quería
venir.
Era tan perverso y cobarde el ataque, que lo miré con verdadera rabia.
Vezzera afectó no darse cuenta, y sostuvo la tirante expectativa con
el convulsivo golpeteo del pie, mientras María tornaba a contraer
las cejas.
-¿Hay otra cosa?-se sonrió con esfuerzo.
-Sí, Zapiola te va a decir...
-¡Vezzera!-exclamé.
-... Es decir, no el motivo suyo, sino el que yo le atribuía para no
venir más aquí... ¿sabes por qué?
-Porque él cree que usted se va a enamorar de mí-me adelanté,
dirigiéndome a María.
Ya antes de decir esto, vi bien claro la ridiculez en que iba a caer;
pero tuve que hacerlo. María soltó la risa, notándose así mucho más el
cansancio de sus ojos.
-¿Sí? ¿Pensabas eso, Antenor?
-No, supondrás... era una broma-se rió él también.
La madre entró de nuevo en la sala, y la conversación cambió de rumbo.
-Eres un canalla-me apresuré a decirle en los ojos a Vezzera, cuando
salimos.
-Sí-me respondió mirándome claramente.-Lo hice a propósito.
-¿Querías ridiculizarme?
-Sí... quería.
-¿Y no te da vergüenza? ¿Pero qué diablos te pasa? ¿Qué tienes contra
mí?
No me contestó, encogiéndose de hombros.
-¡Anda al demonio!-murmuré. Pero un momento después, al separarme,
sentí su mirada cruel y desconfiada fija en la mía.
-¿Me juras por lo que más quieras, por lo que quieras más, que no
sabes lo que pienso?
-No-le respondí secamente.
-¡No mientes, no estás mintiendo?
-No miento.
Y mentía profundamente.
-Bueno, me alegro... Dejemos esto. Hasta mañana. ¿Cuándo quieres que
volvamos allá?
-¡Nunca! Se acabó.
Vi que verdadera angustia le dilataba los ojos.
-¿No quieres ir más?-me dijo con voz ronca y extraña.
-No, nunca más.
-Como quieras, mejor... No estás enojado, ¿verdad?
-¡Oh, no seas criatura!-me reí.
Y estaba verdaderamente irritado contra Vezzera, contra mí...
Al día siguiente Vezzera entró al anochecer en mi cuarto. Llovía desde
la mañana, con fuerte temporal, y la humedad y el frío me agobiaban.
Desde el primer momento noté que Vezzera ardía en fiebre.
-Vengo a pedirte una cosa-comenzó.
-¡Déjate de cosas!-interrumpí.-¿Por qué has salido con esta noche?
¿No ves que estás jugando tu vida con esto?