El amigo abnegado (Oscar Wilde) Libros Clásicos

Página 2 de 12


-No te entiendo -contestó la rata de agua.
-Déjame que te cuente una historia sobre eso -dijo el pardillo.
-¿Habla de mí esa historia? -preguntó la rata de agua-. En ese caso la escucharé, pues las historias me gustan muchísimo.
-Se te puede aplicar -respondió el pardillo.
Y bajando de un vuelo a la orilla contó el cuento del Amigó Abnegado.
-Erase una vez -dijo el pardillo- un honrado hombrecillo que se llamaba Hans.
-¿Era muy distinguido? -preguntó la rata de agua. -No -respondió el pardillo-, no creo que fuera nada distinguido, excepto por su corazón bondadoso y por su divertida cara redonda rebosante de alegría. Vivía solo en una casita muy pequeña, y todos los días trabajaba en su jardín. En toda la comarca no había un jardín tan hermoso como el suyo; crecían en él minutisas y alhelíes y saxífragas y campanillas de invierno; había rosas de Damasco rojas y rosas de té amarillas, flores de azafrán color lila, y violetas de oro y púrpura, y violetas blancas. Los agavanzos y las cardaminas, las mejoranas y la albahaca, la vellorita y el iris, el narciso y el clavel doble florecían sucesivamente según pasaban los meses, reemplazando una flor a la otra, de tal modo que siempre había cosas hermosas para la vista y gratas fragancias para el olfato.
El pequeño Hans tenía muchísimos amigos, pero entre todos ellos el más íntimo era el gran Hugh, el molinero. Realmente, el rico molinero era un amigo tan íntimo del pequeño Hans, que no pasaba nunca por su jardín sin inclinarse sobre la tapia y coger un gran ramo de flores, o un puñado de hierbas olorosas, o sin llenarse los bolsillos de ciruelas y cerezas si era la temporada de la fruta.
-Los verdaderos amigos debieran tener todo en común -solía decir el molinero.
Y el pequeño Hans asentía con la cabeza y sonreía, y se sentía muy orgulloso de tener un amigo con ideas tan nobles.
A veces, a decir verdad, los vecinos pensaban que era extraño que el rico molinero nunca diera nada a cambio al pequeño Hans, aunque tenía cien sacos de harina almacenados en su molino y seis vacas lecheras y un gran rebaño de ovejas cubiertas de lana; pero a Hans nunca le pasaban por la cabeza tales pensamientos, y nada le daba mayor placer que escuchar todas las cosas admirables que solía decir el molinero sobre la ausencia de egoísmo de la amistad verdadera.

Página 2 de 12
 

Paginas:


Compartir:




Diccionario: