El crimen de Lord Arthur Saville (Oscar Wilde) Libros Clásicos

Página 8 de 38

Los detalles son lo único que interesa. ¿Qué es lo que le va a pasar a lord Arthur?
-Bueno, en los próximas meses, lord Arthur va a hacer un viaje...
-¡Oh por supuesto, su luna de miel!
-Y va a perder a un familiar. -¡No a su hermana! ¿Verdad? -exclamó lady Jedburgh, con tono de voz lastimero.
-Desde luego que a su hermana no -contestó míster Podgers, con un despreciativo gesto de la mano-; se trata de un familiar lejano.
-Bien, pues yo estoy muy desilusionada -añadió lady Windermere-. No tengo absolutamente nada que contarle a Sybil mañana. A nadie le importan los parientes lejanos hoy día. Ya hace años que pasaron de moda. No obstante, creo que será mejor que tenga a mano un vestido de seda negra; siempre es útil para ir a la iglesia; usted sabe... Y ahora pasemos a cenar. De seguro que ya se habrán comido todo; pero quizá todavía encontremos algo de sopa caliente. Frangois solía hacer una sopa excelente, pero ahora está tan ocupado con la política, que ya no estoy segura de lo que hace. Ojalá que el general Boulanger se esté tranquilo. Duquesa, ¿no está usted cansada?
-Para nada, querida Gladys -contestó la duquesa, dirigiéndose hacia la puerta-. Me he divertido muchísimo, y el quiropodista,8 quiero decir, el quiromántico, es extraordinariamente interesante. Flora, ¿dónde estará mi abanico de carey?, ¿y mi chal de encaje, Flora? Oh, gracias, sir Thomas, muy amable-. Y la importante dama por fin bajó las escaleras, no sin haber dejado caer dos veces su pomo de sales aromáticas.
Durante todo ese tiempo, lord Arthur Saville había permanecido en pie junto a la chimenea, con la misma sensación de temor y ron aquel malestar del que siente aproximársele algo malo. Sonrió con tristeza a su hermana que pasó a su lado tomada del brazo de lord Plymdale, luciendo preciosa en su vestido de brocado rosa y adornada con perlas. Casi no oyó a lady Windermere cuando le llamó para que la siguiese. Pensaba en Sybil Merton, y la idea de que algo pudiese interferirse en su amor, hacía que las lágrimas nublasen sus ojos.

Página 8 de 38
 

Paginas:


Compartir:




Diccionario: