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-¿Qué has encontrado, Sybil? -dijo lord Arthur levantando la vista de su tarea y sonriendo.
-Esta encantadora bonbonnière,5 de plata, Arthur. ¿No es rara? Parece holandesa. ¡Dámela! Sé que las amatistas no me favorecerán sino cuando haya pasado de los ochenta.
4 En este lugar, al oeste del Strand y el norte de Whitehall, cerca de Trafalgar Square, Eduardo I erigió la última de una serie de cruces que en me» moría de la reina Leonor (d. 1290) se encuentran en varios lugares de Londres. Hoy queda a un lado la estación de los ferrocarriles South-Eastern & Chatam, en cuya gran entrada se levanta una magnífica cruz moderna a pocos pasos de donde estuvo la antigua, ya desaparecida.
5 Caja para guardar confituras.
Era la caja que había contenido la cápsula de aconitina.
Lord Arthur se estremeció, y un ligero rubor cubrió sus mejillas.
Casi se había olvidado de lo que había hecho, y le pareció una extraña coincidencia que Sybil, por cuyo bien tuvo que pasar todas aquellas terribles ansiedades, hubiese sido la primera en traérselas a la memoria.
-Por supuesto que puedes quedártela. Yo se la regalé a lady Clem.
-¡Oh!, gracias Arthur; ¿y puedo también quedarme con el bombón? No sabía que a lady Clementina le gustasen los dulces. Creía que era demasiado intelectual.
Lord Arthur se puso intensamente pálido, y una idea horrible cruzó por su mente.
-¿Bombón, Sybil? ¿Qué dices? -murmuró en voz baja y ronca.
-Hay uno dentro; es todo. Parece viejo, está cubierto de polvo y no me da la más mínima gana de comerlo. ¿Qué te pasa, Arthur? ¡Qué pálido estás!
La conmoción de aquel descubrimiento superaba sus fuerzas, y tirando la cápsula al fuego, se dejó caer en el sofá con un sollozo de desesperación.
CAPITULO V
Míster Merton se mostraba muy contrariado con este segundo aplazamiento del matrimonio, y lady Julia, que ya había encargado su vestido para la boda, hizo todo lo posible para que Sybil rompiese su compromiso. Pero aunque Sybil amaba profundamente a su madre, había entregado su vida en manos de lord Arthur, y nada de lo que lady Julia pudiese decir iba a hacer vacilar su fe hacia él.