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MISTRESS ALLONBY.-¡Está usted pensando en lady Stutfield!
LORD ILLINGWORTH.-Le aseguro que no he pensado en lady Stutfield desde hace un cuarto de hora. MISTRESS ALLONBY.-¿Es ella un misterio tan grande?
LORD ILLINGWORTH.-Es más que un misterio... Es un capricho.
MISTRESS ALLONBY.-Los caprichos no duran.
LORD ILLINGWORTH.-Es su principal encanto. (Entran Hester y Gerald.)
GERALD.-Lord Illingworth, todos me han felicitado: lady Hunstanton, lady Caroline y... todos. Espero que seré un buen secretario.
LORD ILLINGWORTH.-Será el secretario modelo, Gerald. (Habla con él.)
MISTRESS ALLONBY.-¿Le gusta la vida de campo, miss Worsley?
HESTER.-Mucho.
MISTRESS ALLONBY -¿No tiene ganas de asistir a una fiesta en Londres?
HESTER.-No me gustan las reuniones en Londres.
MISTRESS ALLONBY.-Yo las adoro. La gente inteligente nunca escucha y los estúpidos nunca hablan. HUSTER.-Creo que los estúpidos hablan mucho.
MISTRESS ALLONBY.-¡Ah! ¡Yo nunca escucho!
LORD ILLINGWORTH.-Mi querido muchacho, si no me agradara usted, no le habría hecho esa oferta. Es porque me agrada mucho por lo que quiero tenerlo conmigo. (Salen Hester y Gerald.) ¡Un muchacho encantador Gerald Arbuthnot!
MISTRESS ALLONBY.-Es muy agradable, muy agradable. Pero no puedo soportar a la joven americana.
LORD ILLINGWORTH.-¿Por qué?
MISTRESS ALLONBY.-Me dijo ayer en voz alta que tenía dieciocho años. Fue muy molesto.
LORD ILLINGWORTH.-No debería permitírsele a una mujer que dijese su verdadera edad. Una mujer que dijese eso sería capaz de decirlo todo.
MISTRESS ALLONBY.-Además es una puritana...
LORD ILLINGWORTH.-¡Ah! Eso es inexcusable. No me importa que las mujeres feas sean puritanas. Es la única excusa que tienen para ser feas. Pero ella es muy bonita. La admiro enormemente. (Mira fijamente a mistress Allonby.)
MISTRESS ALLONBY.-¡Qué hombre tan malo debe de ser usted!
LORD ILLINGWORTH.-¿A qué le llama usted ser hombre malo?
MISTRESS ALLONBY.-Al que admira la inocencia.
LORD ILLINGWORTH.-¿Y una mujer mala?
MISTRESS ALLONBY.-¡Oh! La clase de mujer de la que nunca se cansa un hombre.
LORD ILLINGWoRTH.-Es usted severa... consigo misma.
MISTRESS ALLONBY.-Definanos como sexo.
LORD ILLINGWORTH.-Esfinges sin secretos.
MISTRESS ALLONBY.-¿Eso también incluye a las puritanas?
LORD ILLINGWORTH.-¿Sabe usted que yo no creo en la existencia de las mujeres puritanas? No creo que haya una mujer en el mundo que no se sienta un poco halagada si uno le hace el amor. Eso es lo que hace a las mujeres tan irresistiblemente adorables.
MISTRESS ALLONBY.-¿Cree usted que no hay una mujer en el mundo que se resista a ser besada?