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Es horrible. Me hace ponerme nervioso con respecto al futuro.
LADY HUNSTANTON.-(Apuntándole con el abanico.) No sé por qué será, Lord Ilhngworth, pero todo lo que dice usted hoy me parece excesivamente inmoral. Ha sido muy interesante escucharlo.
LORD ILLINGWORTH.-Todo pensamiento es inmoral. Su esencia es la destrucción. Si piensa usted algo, lo mata. Nada sobrevive después de pensar en ello.
LADY HUNSTANTON.-No entiendo una palabra, Lord Ilhngworth, pero no hay duda de que está en lo cierto. Personalmente, no puedo discutir con usted sobre el pensamiento. No creo que las mujeres piensen demasiado. Las mujeres deberían pensar con moderación, deberían hacerlo todo con moderación.
LORD ILLINGWORTH.-La moderación es una cosa fatal, lady Hunstanton. No hay nada como el exceso.
LADY HUNSTANTON.-Espero que recordaré eso. Parece una admirable máxima. Pero estoy empezando a olvidarlo todo. Es una gran desgracia.
LORD ILLINGWORTH.-Esa es una de sus más fascinantes cualidades, lady Hunstanton. Ninguna mujer debería tener memoria. La memoria en una mujer es el principio de la dejadez. Por el sombrero de una mujer puede adivinarse si tiene memoria o no.
LADY HUNSTANTON.-¡Qué encantador es usted, querido Lord Illingworth! Usted siempre descubre en un gran defecto una importante virtud. Tiene los más consoladores puntos de vista sobre la vida. (Entra Farquar)
FARQUAR.-¡El coche del doctor Daubeny!
LADY HUNSTANTON. ¡Mi querido archidiácono! Son sólo las diez y media.
EL ARCHIDIÁCONO.-(Levantándose.) Siento tener que irme, lady Hunstanton. Los martes mistress Daubeny siempre pasa una mala noche.
LADY HUNSTANTON.-(Levantándose.) Bien; no quiero apartarlo de ella. (Va con él hacia la puerta.) Le he dicho a Farquar que pusiera un par de perdices en el coche. Pueden gustarle a mistress Daubeny.
EL ARCHIDIÁCONO.-Es usted muy amable, pero ahora mistress Daubeny no prueba los alimentos sólidos.Vive enteramente de purés. Pero siempre está maravillosamente alegre. No tiene nada de qué quejarse. (Sale con lady Hunstanton.)
MISTRESS ALLONBY.-(Yendo hacia Lord Illingworth.) Esta noche hay una hermosa luna.
LORD ILLINGWORTH.-Vayamos a contemplarla. Hoy día es encantador contemplar algo que no es constante. MISTRESS ALLONBY.-Tiene usted su espejo.
LORD ILLINGWORTH.-Es malo. Sólo me muestra mis arrugas.
MISTRESS ALLONBY.-El mío es mejor. Nunca me dice la verdad.
LORD ILLINGWORTH.-Entonces está enamorado de usted. (Salen sir John, lady Stufield, mister Kelvíl y lord Alfred.)
GERALD.-(A Lord Illingworth.) ¿Puedo yo ir también?
LORD ILLINGWORTH.-Claro, querido muchacho. (Va hacia la puerta con mistress Allonby y Gerald. Entra lady Caroline, mira rápidamente a su alrededor y se va en dirección opuesta a la que han tomado sirJohn y lady Stufield.