Una mujer sin importancia (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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LADY HUNSTANTON.-Bueno, hay mucho que decir a favor del rubor, si una sabe tenerlo en el momento preciso. El pobre y querido Hunstanton solía decirme que yo no me ruborizaba lo bastante. Pero entonces él era muy particular. No me dejó conocer a ninguno de sus amigos, excepto a los que tenían setenta años, como el pobre Lord Ashton, que por cierto después estuvo ante el tribunal. Un caso muy desafortunado.
MISTRESS ALLONBY.-Me gustan los hombres de setenta años. Siempre ofrecen devoción para toda la vida. Creo que los setenta años es un edad ideal para un hombre.
LADY HUNSTANTON.-Es usted incorregible, ¿verdad, Gerald? ¡Ah! Espero que ahora su querida madre venga a verme con más frecuencia. Usted y Lord Illingworth se marcharán casi inmediatamente, ¿verdad?
GERALD.-Ya no tengo la intención de ser el secretario de Lord Ilbngworth.
LADY HUNSTANTON.-¡Cómo! ¡Gerald! Seria una enorme tontería por su parte. ¿Qué razón tiene para eso?
GERALD.-No creo ser apropiado para el puesto.
MISTRESS ALLONBY.-Desearía que Lord Illingworth me pidiese que fuera su secretaria. Pero él dice que no soy lo bastante seria.
LADY HUNSTANTON.-Querida, no debe hablar así en esta casa. Mistress Arbuthnot no sabe nada sobre la sociedad perversa en que nosotros vivimos. No quiere entrar en ella. Es demasiado buena. Consideré un gran honor que viniese a mi casa anoche. Le dio una atmósfera de respetabilidad a la reunión.
MISTRESS ALLONBY.-¡Ah! Eso debe haber sido lo que usted creyó que eran truenos.
LADY HUNSTANTON.-Querida, ¿cómo puede decir eso? No hay relación alguna entre ambas cosas. Pero realmente, Gerald, ¿qué entiende usted por no ser apropiado?
GERALD.-Las ideas de Lord Illingworth sobre la vida son demasiado diferentes de las mías.
LADY HUNSTANTON.-Pero, mi querido Gerald, a su edad no debería usted tener ideas sobre la vida. Están completamente fuera de lugar. En este asunto deberían guiarle los demás. Lord Illingworth le ha hecho una gran oferta, y viajando con él vería usted el mundo, o al menos mucho mundo, bajo los mejores auspicios posibles, y alternaría con la gente elevada, lo cual es muy importante en este solemne momento para su carrera.
GERALD.-No quiero ver el mundo; ya he visto bastante de él.
MISTRESS ALLONBY.-Supongo que no se imaginará usted que ha agotado la vida, míster Arbuthnot. Cuando un hombre dice eso se sabe que la vida lo ha agotado a él.
GERALD.-No deseo dejar a mi madre.

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