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GERALD.-Ahora no te entiendo.
MISTRESS ARBUTHNOT.-Los hombres no entienden lo que son las madres.Yo no soy diferente a las otras mujeres, excepto en el mal que me han hecho y el mal que hice yo, y en mi enorme castigo y mi gran desgracia. Sin embargo, por ti he tenido que mirar a la muerte. Para criarte he combatido con ella. La muerte luchó conmigo por ti.Todas las mujeres tenemos que luchar con la muerte para guardar a nuestros hijos. La muerte que no tiene hijos quiere los hijos de los demás. Gerald, cuando estabas desnudo, yo te vestí; cuando tuviste hambre, yo te di de comer. Te cuidé noche y día durante todo el largo invierno. No hay tarea ni cuidado demasiado pequeños para el ser que las mujeres amamos...Y, ¡oh! ¡Cómo te amaba yo! Más de lo que Ana amó a Samuel.Y tú necesitabas amor, porque eras débil, y sólo el amor podía hacerte vivir. Sólo el amor puede hacer vivir a cualquiera. Y los niños generalmente no se preocupan y causan dolor, y nosotras siempre pensamos que cuando sean hombre y nos conozcan mejor nos compensarán. Pero no es así. El mundo los aleja de nuestro lado, y ellos se hacen amigos con los cuales son más felices que con nosotras y tienen diversiones en las que nosotras no contamos e intereses que no son los nuestros, y frecuentemente son injustos con nosotras, porque cuando encuentran amarga la vida nos hacen reproches y cuando la encuentran dulce no dejan que compartamos con ellos su dulzura... Has tenido muchos amigos, has ido a sus casas y te has divertido con ellos, mientras que yo, con mi secreto, no me atrevía a seguirte, sino que me quedaba en casa, cerraba la puerta y permanecía en tinieblas. Mi pasado estaba conmigo... Y tú creíste que no me preocupaban las cosas agradables de la vida. Pues las deseaba, pero no me atrevía a tocarlas, sintiendo que no tenía derecho. Creíste que yo era más feliz trabajando entre los pobres. Imaginaste que ésa era mi misisón. No lo era. Pero ¿qué iba a hacer? El enfermo no pregunta si la mano que arregla su almohada es pura, ni al moribundo le preocupa si los labios que tocan su frente han conocido el beso del pecado. Era en ti en quien yo pensaba todo el tiempo; les di a ellos el amor que tú no necesitabas; les di un amor que no era suyo.