Una mujer sin importancia (Oscar Wilde) Libros Clásicos

Página 44 de 50

.. Y tú creíste que yo ocupaba mucho tiempo en estar en la iglesia y en hacer mis deberes religiosos. Pero ¿dónde podía ir? La casa de Dios es la única en que los pecadores son bienvenidos, y tú siempre estabas en mi corazón, Gerald, demasiado dentro de mi corazón. Porque aunque día tras día me he arrodillado en la casa de Dios, nunca me he arrepentido de mi pecado. ¿Cómo podía arrepentirme de mi pecado si tú, mi amor, eres su fruto? Aun ahora que eres duro conmigo no me arrepiento. No.Tú eres para mí más que la inocencia. Prefiero infinitamente ser tu madre que haber sido siempre pura. ¡Oh! ¡Lo prefiero! ¿No ves? ¿No te das cuenta? Es mi deshonor lo que me ha hecho quererte tanto. Es mi desgracia la que me ha unido tanto a ti. Es el precio que he pagado por ti, el precio de mi alma y de mi cuerpo lo que ha hecho que te ame como te amo. ¡Oh! No me pidas que haga esa cosa horrible. ¡Eres el hijo de mi vergüenza; síguelo siendo!
GERALD.-Mamá, no sabía que me querías tanto. Y seré un hijo mejor de lo que he sido.Y tú y yo nunca debemos separarnos... Pero, mamá... No lo puedo evitar... Debes ser la esposa de mi padre. Debes casarte con él. Es tu deber.
HESTER.-(Adelantándose y abrazando a mistressArbuhnot.) No, no; no lo hará usted. Eso sería un verdadero deshonor, el primero que hubiese usted conocido. Sería una verdadera desgracia, la primera que padecería. Déjele y venga conmigo. Hay otros países además de Inglaterra... ¡Oh! Otros países tras el océano que son mejores, más buenos y menos injustos. El mundo es muy ancho y extenso.
MISTRESS ARBUTHNOT.-Pero no para mí. Para mí es como la palma de la mano, y por donde yo ando hay espinas.
HESTER.-No será así. En algún sitio encontraremos verdes campiñas y agua fresca, y si tenemos que llorar, lloraremos juntas. ¿No lo amamos las dos?
GERALD.-¡Hester!
HESTER.-(Rechazándolo.) ¡No, no! No puede amarme a mí si no la ama también a ella. No puede honrarme a mí si a ella no la cree una santa. En ella han sufrido martirio todas las mujeres. No es ella sola, sino todas nosotras las que nos sentimos destrozadas en ella.
GERALD.-Hester, Hester, ¿qué debo hacer?
HESTER.-¿Respeta al hombre que es su padre?
GERALD.

Página 44 de 50
 

Paginas:


Compartir:




Diccionario: