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¡Qué bien han guardado
ustedes el secreto!
HOPPER.- ¿Entonces, no se opone usted a que me
lleve a Agatha a Australia, duquesa?
DUQUESA.-(Con gran indignación.) ¿A Australia?
¡Oh, no me hable usted de ese horrendo país!
HOPPER.- Pues ella me ha dicho que le gustaría ir
allí conmigo.
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OSCAR WILDE
DUQUESA.-(Severamente.) ¿Tú has dicho eso,
Agatha?
AGATHA.- Sí, mamá.
DUQUESA.- Tú siempre diciendo tonterías, Agatha.
La plaza de Grosvenor me parece un sitio
mucho más sano para vivir. Ya sé que hay una
porción de gente desagradable que vive en la plaza
de Grosvenor; pero siquiera no son esos horribles
canguros corriendo por todos los lados. Pero
bueno; ya hablaremos de esto mañana. Venga usted
a almorzar a casa, como es natural. A la una y
media, en lugar de a las dos. Creo que el duque
querrá hablar un rato con usted.
HOPPER.- Yo también me alegraré de hablar con
el duque, duquesa. Todavía no me ha dicho una sola
palabra.
DUQUESA.- Pues mañana ya verá usted cómo tie-
ne una porción que decirle. (Salen AGATHA y
MÍSTER HOPPER.) Y ahora, buenas noches,
Margarita. Nada, la historia de siempre: el amor...
LADY WINDERMERE.-¡Buenas noches,
duquesa!
(Salen la DUQUESA DE BERWICK y LORD
PAISLEY, del brazo.)
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EL ABANICO DE LADY WINDERMERE
LADY PLYMDALE.- ¡Mi querida Margarita, qué
mujer tan preciosa ésa con que bailaba su marido!
Yo, en lugar de usted, me sentiría celosa. ¿Es amiga
de usted?
LADY WINDERMERE.- No.
LADY PLYMDALE.- ¿ De veras? Buenas noches,
querida. (Dirige una mirada a MÍSTER DUMBY, y
sale.)
DUMBY.- ¡Qué modales tan ordinarios tiene ese
Hopper!
GRAHAM.- ¡Ah!, es un gentleman de la Naturaleza.
El tipo más d desagradable de gentleman que conozco.
DUMBY.- ¡Qué mujer tan sensata lady Windermere!
¿Eh? ¡Cuántas, en su caso, se hubiera opuesto
a recibir a mistress Erlynne! Eso prueba que lady