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esposa perfecta. Todo lo perfecta que puede ser una
esposa. Además, lord Augusto tiene también sus
cualidades. Y, afortunadamente, todas en la superficie;
como deben estar siempre las buenas cualidades.
Espero, como es natural, que usted me ayudará
en este asunto.
LORD WINDERMERE. - ¿Supongo que no
querrá usted que yo me encargue de alentar a lord
Augusto?
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OSCAR WILDE
MISTRESS ERLYNNE. - ¡Oh, no! Para alentarle
me basto yo. Pero usted me asegurará una pequeña
posición, ¿verdad, Windermere?
LORD WINDERMERE.- (Frunciendo el ceño.)
¿Es de eso de lo que quería usted hablarme esta
noche?
MISTRESS ERLYNNE. - Precisamente.
LORD WINDERMERE. - (Con un gesto de impaciencia.)
No me parece oportuno aquí.
MISTRESS ERLYNNE. - (Riendo.) Vayamos entonces
a la terraza. Hasta los negocios requieren un
fondo pintoresco, ¿no le parece a usted, Windermere?
Con un fondo apropiado, una mujer puede permitírselo
todo.
LORD WINDERMERE.- ¿Y no sería lo mismo
mañana?
MISTRESS ERLYNNE.- No; mañana tengo que
contestar a lord Augusto. Y creo que no estaría mal
que le dijese que contaba... ¿Qué cantidad le parece
a usted?... ¿Dos mil libras al año? Herencia de un
primo tercero..., o un segundo marido..., o cualquier
otro pariente lejano por el estilo, ¿No cree usted que
sería un atractivo más? A ver, se le presenta a usted
una deliciosa ocasión de decirme un cumplido. Pero
no; no tiene usted disposición para los cumplidos.
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EL ABANICO DE LADY WINDERMERE
Sin duda Margarita le tiene a usted muy mal
acostumbrado. Y hace mal. Cuando los hombres
dejan de decir cosas agradables, dejan también de
pensarlas. Bueno; volviendo a lo que hablábamos,
¿le parece a usted dos mil libras? O mejor, dos mil
quinientas. En la vida moderna hay que contar con
los extraordinarios. ¿No encuentra usted, Windermere,
que el mundo es una cosa muy divertida? Yo
sí lo encuentro.