Página 46 de 254
de aquella nueva imagen que vi. Porque los cuerpos de aquellos tres
hombres muertos eran tres odres hinchados, con diversas cuchilladas. Y
recordándome de la cuestión de antenoche, estaban abiertos y heridos por
los lugares que yo había dado a los ladrones. Entonces de industria de
algunos detuvieron un poco la risa, y luego comenzó el pueblo a reír tanto,
que unos, con la gran alegría, daban voces; otros se ponían las manos en las
barrigas, que les dolían de risa, y todos, llenos de placer y alegría,
mirándome, hacia atrás se partieron del teatro. Yo luego que tomé aquella
sábana y vi los adres, me helé y torné como una piedra, ni más ni menos
que una de las otras estatuas o columnas que estaban en el teatro; y no torné
en mí hasta que mi huésped Milón llegó y me echó la mano para llevarme,
y renovadas otra vez las lágrimas y sollozando muchas veces, aunque no
quise, mansamente me llevó consigo; y por las callejas más solas y sin
gente, por unos rodeos, me llevó hasta su casa, consolándome con muchas
palabras, que aún el miedo y la tristeza no me había salido del cuerpo. Con
todo esto, nunca pudo amansar la indignación de mi injuria, que muy
arraigada estaba en mi corazón. En esto estando, he aquí que vienen luego
los senadores y jueces con sus maceros delante, y entrados en nuestra casa,
con estas palabras me comienzan a halagar:
-No ignoramos tu dignidad y el noble linaje de donde vienes, señor
Lucio, porque la nobleza de tu famosa e ínclita generación tiene
comprendida y abrazada toda esta provincia. Y esto porque tú ahora tan
reciamente te quejas no lo recibiste por hacerte injuria; por esto, aparta de
tu corazón toda tristeza y fatiga, porque estos juegos, que pública y
solemnemente celebramos en cada año al gratísimo dios de la risa, florecen
siempre con invención de alguna novedad; y este dios acompaña y tiene
por encomendado con mucho amor al inventor de tales placeres, y nunca
consentirá que tengas pena ni enojo en tu ánimo, antes, con su apacible
hermosura, alegrará siempre tu cara. Además de esto, toda esta ciudad te
ofrece señalados honores, porque ya te ha asentado en sus libros por su