Mina de Vanghel (Stendhal) Libros Clásicos

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Mina le sujetó fuertemente.
Cómo iba a salir de dudas, si le matara? le dijo en voz muy baja Si no fuera más que un ladrón o el amante de otra mujer y no de la suya, ¡ qué remordimiento por haberle matado!
Alfredo había reconocido al conde; estaba loco de ira. A Mina le costó mucho trabajo retenerle. El conde cogió una escalera de mano que estaba adosada a lo largo de una pared y la apoyó rápidamente contra una galería de madera de ocho
o diez pies de altura que ocupaba toda la fachada del primer piso. Una de las ventanas del cuarto de madame de Larcay daba a esta galería. Monsieur de Ruppert entró por una ventana del salón. Alfredo corrió a una puertecita de la planta baja que daba al jardín; Mina le siguió, retardando un poco el momento en que él pudo coger un encendedor y encender una vela; Mina consiguió quitarle las pistolas.
Quiere despertar con un disparo le dijo a los bañistas que ocupan los otros pisos de esta casa?; Bonita anécdota para mañana! Aun admitiendo una venganza que me parece ridícula, ¿no es preferible que un público malévolo y desocupado no se entere de la ofensa hasta el momento le la venganza?
Alfredo avanzó hasta la puerta de la habitación de su mujer. Mina le seguía.
Estará bonito le dijo que tuviera el valor de maltratar a su esposa en presencia mía!
Alfredo llegó a la puerta y la abrió bruscamente. Vio a monsieur de Ruppert escapar en camisa de detrás de la cama de madame de Larcay, que estaba al fondo de la habitación. Monsieur de Ruppert llevaba seis pasos de ventaja; tuvo tiempo de abrir la ventana, se lanzó a la galería de madera y de aquí al jardín. Monsieur de Larcay se apresuró a seguirle. pero, en el momento en que llegué al muro que separaba el jardín del lago, la barca en que huía monsieur de Ruppert estaba a cinco o seis tosas de la orilla¡ Hasta mañana, monsieur de Ruppert ! le gritó el de Larcay.

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