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Terminado este relato, añadió:
-Y esto no es nada: por amor a ti, hice más.
Le contó su traición.
-¡Ah, monstruo! -exclamó entonces Pedro, furibundo, arrojándose sobre ella e intentando matarla con sus cadenas.
Lo habría conseguido a no ser porque, a los primeros gritos, acudió el carcelero. Sujetó a Missirilli.
-¡Toma, monstruo, no quiero deberte nada! clamó Missirilli a Vanina, tirándole, hasta donde se lo permitían sus cadenas, las limas y los diamantes. Y se alejó rápidamente.
Vanina quedó aniquilada. Volvió a Roma. El periódico publica que acaba de casarse con el príncipe don Livio Savelli.