El Caballero de la Maison Rouge (Alejandro Dumas) Libros Clásicos

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Maurice dijo que ése no era un buen plan, ya lo habían intentado tres o cuatro semanas antes y no había dado resultado.
Morand objetó que el fracaso se debía a que uno de los aristócratas que formaban la patrulla había llamado señor a alguien.
-Y además porque se conocía la llegada a París del caballero de Maison-Rouge -dijo Maurice.
Morand se mostró muy interesado en conocer los detalles del asunto y Maurice se ofreció a contar
todo lo que sabía del caso, mientras Geneviève y el resto de los invitados prestaban la mayor atención.
-Por lo que parece -dijo Maurice-, el caballero de Maison-Rouge venía de la Vendée; había atravesado toda Francia con la suerte que le es habitual. Llegó de día a la barrera del Roule y esperó hasta las nueve de la noche; a esa hora, una mujer disfrazada atravesó la barrera y le entregó un uniforme de cazador de la guardia nacional; diez minutos después entraban juntos; el centinela entró en sospechas y dio la alarma. Entonces, los dos culpables entraron en un edificio y salieron de él por una puerta que daba a los Champs-Elysées. Parece que una patrulla afecta a los tiranos esperaba al caballero en la esquina de la calle Bardu-Bec. El resto ya lo conocen.
-¿Se sabe qué ha ocurrido con la mujer? - preguntó Morand.
-No. Ha desaparecido y se ignora por completo quién pueda ser.
Dixmer y su socio parecieron respirar más libremente. Geneviève había escuchado todo el relato pálida, inmóvil y muda.
Morand, con su frialdad de costumbre, preguntó cómo se sabía que el caballero de Maison-Rouge formaba parte de la patrulla y Maurice explicó que le había reconocido un municipal, amigo suyo, que ese día estaba de servicio en el Temple; el caballero era un hombre de unos veinticinco años, pequeño, rubio, de rostro agradable, con ojos magníficos y dientes soberbios. Su amigo era un tibio y no le había denunciado por temor a equivocarse. Pero él, Maurice, no hubiera actuado de la misma manera: prefería equivocarse que dejar escapar a un hombre tan peligroso como el caballero de Maison-Rouge.
-¿Y qué hubiera hecho usted? -preguntó Geneviève.
-Hubiera ordenado cerrar todas las puertas del Temple, y cogiendo al caballero por el cuello le arrestaría por traidor a la nación. Se le habría procesado, junto con sus cómplices, y a estas horas ya habría sido guillotinado.

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