Los amores (Ovidio) Libros Clásicos

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Si te pregunta qué hago, dile que vivo en la esperanza de obtener una de sus noches; lo demás se lo dirá la blanda cera notada por mi mano. Mientras hablo, la hora huye; entrégale estas tablillas en el momento, que la veas desocupada, pon la mayor diligencia en que las lea solícita, y observa sus ojos y su frente al leerlas, porque en su callado semblante podrás adivinar la respuesta; ves corriendo y suplícale que conteste largamente a mi misiva; me disgusta que la blanda cera deje grandes espacios sin signos y prefiero que las líneas estén muy apretadas y la vista se detenga mucho tiempo en leer lo escrito hasta el extremo de las márgenes. ¿Mas qué necesidad hay de rendir los dedos manejando el estilo? Que en toda la tablilla sólo aparezca esta palabra: «Ven.» Entonces no retardaré ceñir de hojas de laurel mis tablillas vencedoras, y suspenderlas con esta inscripción en el templo de Venus: «Nasón consagra a Venus las fieles confidentas de sus cuitas que antes fueron un tronco vil de acebo.»
XII
Llorad mi desgracia: me han vuelto las tristes ta­blillas, y su letra fatal me anuncia que hoy es impo­sible verla. Los presagios no carecen de valor; el umbral lastimó el pie de Nape en el momento de salir; cuando te envíe otra vez afuera, cuida de atra­vesarlo con precaución, y que la sobriedad te per­mita levantar más el pie. Lejos de mí, tablillas des­dichadas de fúnebre leño, y tú, cera, que los signos de repulsa señalaron, creo que fuiste extraída de la flor de la alta cicuta, y que la abeja de Córcega te labró con su miel de ingrato sabor; aunque parecías enrojecida por el bermellón, en realidad tu color era el de la sangre.
Trozos de inútil madera, volad arrojados a la calle, y que os triture el peso de la rueda al pasaros por encima. Persuadido estoy de que tenía las manos impuras el que os arrancó del árbol y dedicó a tales usos; aquel árbol sirvió sin duda de horca al cuello de un miserable; con sus ramas proveyó de cruces infames al verdugo, prestó al buho funesta sombra, y en su ramaje sostuvo los nidos del buitre y el quebrantahuesos.

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