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transferido al estado de naturaleza ideas tomadas de la sociedad: hablaban
del hombre salvaje, y describían al hombre civil. No ha despuntado
siquiera en el espíritu de la mayor parte de nuestros filósofos la duda de
que hubiera existido el estado natural, cuando es evidente, por la lectura
de los libros sagrados, que el primer hombre, habiendo recibido
directamente de Dios reglas y entendimiento, no se hallaba por
consiguiente en ese estado, y que, concediéndose a las escrituras de
Moisés la fe que les debe todo filósofo cristiano, debe negarse que, aun
antes del diluvio, se hayan encontrado nunca los hombres en el puro estado
natural, a menos que no hubiesen recaído en él, paradoja muy difícil de
defender y completamente imposible de probar.
Empecemos, pues, por rechazar todos los hechos, dado que no se
relacionan con la cuestión. No hay que tomar por verdades históricas las
investigaciones que puedan emprenderse sobre este asunto, sino solamente
por razonamientos hipotéticos y condicionales, más adecuados para
esclarecer la naturaleza de las cosas que para demostrar su verdadero
origen y parecidos a los que hacen a diario nuestros físicos sobre la
formación del mundo. La religión nos ordena creer que, habiendo Dios mismo
sacado a los hombres del estado natural inmediatamente después de la
creación, son desiguales porque Él ha querido que lo fuesen; pero no nos
prohíbe hacer conjeturas derivadas únicamente de la naturaleza del hombre
y de los animales que lo rodean acerca de lo que habría sido del género
humano si hubiera quedado abandonado a sí mismo. He aquí lo que se me pide
y lo que yo me propongo examinar en este DISCURSO. Como esta materia
abarca al hombre en general, intentaré emplear un lenguaje adecuado para
todas las naciones, o mejor, olvidando los tiempos y los lugares, para
pensar tan sólo en los hombres a quienes hablo, supondré hallarme en el
Liceo (6) de Atenas repitiendo las lecciones de mis maestros, teniendo por