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Tan pronto como ocurren, al privarles su acontecer de cuanto de imaginario tenían, les reduce a su justo valor. Los encuentro entonces mucho menores de como me los había figurado, y no dejo, en medio incluso de mi sufrimiento, de sentirme aliviado. En tal estado, liberado de todo nuevo temor y de la inquietud de la espera, la mera costumbre bastará para hacerme más soportable cada día una situación que no puede empeorar con nada, y a medida que se embota el sentimiento por la duración, van careciendo ya de medios para reanimarlo. Ve aquí el bien que me han hecho mis perseguidores al agotar sin mesura las trazas de su animosidad. Se han privado de todo dominio sobre mí, y puedo en lo sucesivo burlarme de ellos.
Una calma total se ha restablecido en mi corazón no hace aún ni dos meses. Hacía mucho tiempo que ya no temía nada, p pero seguía esperando, y esta esperanza, ora alimentada ora truncada, constituía una presa por la que mil pasiones diversas no cesaban de agitarme. Un acontecimiento tan triste como imprevisto acaba finalmente de borrar de mi corazón este débil rayo de esperanza y me ha hecho contemplar mi destino fijado para siempre y sin remisión aquí abajo. Desde entonces me he resignado sin reserva y he encontrado la paz.
En cuanto he comenzado a entrever la trama en toda su extensión, he perdido para siempre la idea de atraer en vida al público a mi lado; además, no pudiendo ser recíproco, en adelante el acercamiento me sería sobremanera inútil. Aunque los hombres volvieran a mí, no me encontrarían. Después del desdén que me han inspirado, su comercio se me hará insípido e incluso molesto, y soy cien veces más dichoso en mi soledad de lo que pudiera serlo viviendo con ellos. Han arrancado de mi corazón todas las dulzuras de la sociedad. Ya no podrían germinar de nuevo a mi edad; es demasiado tarde. En lo sucesivo, me hagan bien o mal, todo me es indiferente viniendo de ellos, y hagan lo que hagan, mis contemporáneos nunca serán nada para mí.
Pero contaba aún con el futuro y esperaba que una generación superior desentrañaría fácilmente, al examinar mejor tanto los juicios de aquélla sobre mí como su conducta para conmigo, la añagaza de quienes la rigen y me vería por fin tal como soy. Con esta esperanza he escrito mis Diálogos, y ella me ha sugerido mil locas tentativas para hacerlos pasar a la posteridad.